Paulina
Luego de que Max se fue, me sentí un poco inquieta.
No me gustaba estar lejos de él… y empezaba a darme cuenta de que me estaba volviendo dependiente de él. La verdad es que no podía evitarlo… lo extrañaba.
Me levanté y caminé a la cocina, Magda iba de salida.
—Voy al mercado unas horas, Pauli. ¿Quieres venir? —preguntó saliendo por la puerta.
Estuve tentada a decirle que sí, habían pasado meses desde la última vez que estuve fuera. Pero necesitaba este momento para charlar con Sofi.
—No, Magda —le respondí con una sonrisa—. La próxima vez te acompaño.
Ella sonrió y desapareció por la puerta de la cocina. Me quedé sola, aunque sabía que no sería por mucho tiempo.
Aproveché esos minutos para preparar el té. Mientras el agua calentaba, miré por la ventana. Afuera, el hermoso patio con flores que parecían estar siempre vivas, cuidadas con una delicadeza y amor que eran innegables.
Y a lo lejos se veía la casa de invitados. Ya la había visto, pero no dejaba de impresionarme.