Decidida a no volver a ser pisoteada por nadie, ella es cada vez más audaz y peligrosa, lo único que le interesa ahora es el poder, el dinero y vengarse de las personas que tanto daño le hicieron. Cada uno de ellos pagaría caro y se arrepentirían de rodillas ante ella pidiendo misericordia… No es una villana, ella solo es Rosalía.
Leer másCiudad Valtierra Año 2020…
Oficinas Rinaldi.
En la oficina principal de la compañía una mujer de tez blanca y ojos claros en azul, sus labios eran carnosos pintados de rojo, trabajaba en su escritorio, mostraba madurez en su rostro, pero al mismo tiempo una gran belleza, sus rasgos eran finos y delicados, su maquillaje ayudaba a verse más jovial, su cabello era largo y negro, lo llevaba en una coleta alta. Su nombre era Rosalía Rinaldi, ella revisaba algunos documentos muy entretenida..
Dejo por un momento los papeles suspirando cansada, se levantó y tomó una botella de agua para refrescarse mientras caminaba hacia la ventana, los ventanales eran muy grandes y se podía ver la mayor parte de la ciudad desde el quinto piso donde ella estaba, los transeúntes caminaban por las calles mientras coches eran conducidos por toda la periferia de la ciudad.
Ella llevaba un traje sastre en color negro, la falda era en forma de lápiz, con blusa blanca, tacones altos en color rojo y algunas pulseras de oro en su muñeca. Sus aretes y collar eran delicados y exquisitos. Sus uñas eran largas de gelish en color rojo y negro con diamantes pequeños que decoraban cada uña.
La puerta se abrió abruptamente, ella observó por el reflejo del vidrio quien entró sin permiso.
“¡Hermana por favor debes ayudarme!”. Una linda chica de unos veintitantos años estaba de pie en medio de la oficina pidiéndole ayuda, tenia el cabello negro y sus rasgos eran algo parecidos a los de Rosalía, pero sus ojos eran cafés claros. Llevaba un vestido blanco como la nieve y zapatillas doradas, su cabello estaba suelto y solo lo detenía una diadema con piedras. Esto la hacía parecer pura y delicada.
“Papá está muy mal en el hospital, no puede hablar, tuvo una embolia por el problema de la empresa”. La chica lloraba sin medida mientras le explicaba.
Rosalía disgustada frunció el ceño al ver a su media hermana haciendo una escena de nuevo. Se giró cambiando su semblante completamente y mostrándole una cara de preocupación.
“Linda… ¿Dime que puedo hacer yo?, tu madre se ha encargado de alejarme de ustedes”. Rosalía le comentó con un tono sarcástico que la chica no noto por su angustia.
Linda se acercó tomando su mano. “Sabes cómo es mi mamá, perdónala por favor, ahora necesitamos de ti”.
CORPORACIÓN OTTO tiene dificultades, los socios quieren una solución rápida al problema de la fábrica de Textiles, sabes que yo no entiendo mucho de eso, solo tú y papá pueden arreglar esto”.
Rosalía suspiró triste sentándose en el sillón, palmeó el asiento a su lado pidiéndole a Linda que se sentara.
Ella obedeció como muchas veces antes, le tenía mucho cariño a su hermana mayor.
Rosalía acomodo algo del cabello de su hermana detrás de su oreja y le dijo la situación. “Ya me he enterado, la empresa tiene muchos problemas, tengo una forma de hacerlo… pero no sé si tú estes de acuerdo”.
Linda abrió sus ojos con admiración, sabía que Rosalía era muy inteligente
Rosalía había levantado su empresa ella misma cuando terminó su carrera de administración y era una fuerte lideresa en el mundo de los negocios en la ciudad.
“Dime te ayudaré en lo que pueda”. Linda estaba decidida a ayudar a la familia.
Rosalía le regaló media sonrisa y se levantó dándole la espalda para observar por el ventanal el reflejo de su media hermana.
La chica sentada en el sillón la miraba ansiosa, jugaba con sus manos mientras veía la espalda de Rosalía y esperaba que le dijera cómo solucionar el problema.
La fábrica de textiles era el más grande de sus negocios familiares variados, habían invertido mucho en unas nuevas telas fabricadas en París, pero al parecer había sido un fraude, el padre de ambas, el señor Mauricio Otto cayó en el hospital al enterarse del gran problema que tenían.
Claro que Rosalía sabía todo, a pesar que Miriam Garza la madre de Linda, la había exiliado de su hogar, conocía cada paso que daba su familia en la gran mansión.
Rosalía suspiró y giró para ver a la chica.
Linda la observaba angustiada y desesperada, eso es lo que Rosalía quería, verla de ese modo.
“Necesito las acciones de la empresa… yo solo tengo el 25 por ciento, tú tienes el 40 por ciento, si juntamos ambas acciones quedaré como la presidenta en la Corporación y los accionistas minoristas no podrán negarse a mis órdenes…”
Linda pensó por un momento, ella no sabía nada de acciones, ni negocios, siempre fue criada por su madre para ser una señorita de sociedad y casarse con un hombre poderoso, estudió pintura y diseño y no estaba familiarizada con nada del negocio, lo contrario de Rosalía, desde joven fue inteligente y perspicaz, era hábil en los negocios y tratos con diferentes empresas.
“¿Tengo… que darte las acciones? Pero papá…” Linda titubeo.
Rosalía la interrumpió. “Papá no puede hacer nada en este momento, si el problema sigue y él se entera ¿Cómo crees que lo tomará? Debemos ser rápidos y concisos, no debemos dudar”. Rosalía tomó las manos de su hermana apretándolas, reconfortándola.
Linda observó los lindos ojos azules de Rosalía, era muy bella e inteligente, Linda la admiraba mucho. “Yo… debería hablarlo con mi mamá”.
Rosalía molesta soltó sus manos levantándose del sillón. “Ok, pero no vengas después cuando todo esté perdido, claro que tu madre dirá que no, sabes que ella nunca me ha querido”. Cruzó los brazos caminando por el lugar.
Linda se levantó tocando el hombro de Rosalía. “Sé que mamá se ha portado mal contigo, pero en el fondo sé que te quiere”.
Rosalía que le daba la espalda sonrió sarcástica, claro que su madrastra la odiaba, desde que llegó a la mansión le hizo la vida imposible hasta hacerla dejar la casa donde vivió con su madre y su padre sus primeros años.
“Linda… Esto tiene que hacerse hoy mismo, para poder presentarme mañana temprano en la empresa y arreglar el asunto de los inversionistas, estamos perdiendo dinero y clientes”.
Linda nerviosa se frotó las manos, Rosalía tenía razón, era cosa de horas para que saliera todo en las noticias financieras. “Está bien, firmaré”.
Leonel dejó flores también en ese lugar. Juntos salieron del cementerio, Llegaron hasta una florería, ahí encontró a Linda atendiendo a los clientes. “Hola”. Los saludo. “Pasen, es bueno verlo, casi no me visitan”. Leonel sonrió. “Hola”. Linda recogió a una pequeña niña de unos cuatro años, tomó en sus brazos mientras conversaba con Leonel y Roberto. Leonel le comentó. “Es hora de la comida. Quería invitarlas”. Linda sonrió. “Claro”. Los cuatro salieron de la florería hacia un restaurante. Cuando Miriam y Linda se mudaron al departamento no dejaba de pedirle a su hija que abortara al bebe en su vientre, hubo algunos incidentes y Linda decidió irse a vivir sola. Tenía varios empleos para poder mantener a su madre e hija, era difícil pero no imposible, un día Leonel apareció ayudándola a emprender el negocio de las flores, eran socios y amigos. En el extranjero… Abel padre de Dora estaba muy enojado, caminaba por la oficina tratando de calmarse, su hija no entendía las razones. “Pa
Rosalía y Pablo vivían tranquilos, por las mañanas desayunaban en el pórtico escuchando el canto de los pájaros, por las tardes, reparaban la casa, algunas veces ponían música y bailaban durante horas, por noches ambos se amaban con locura y disfrutaban uno del otro cerca de la chimenea, no necesitaban nada más, ahora era su hogar y se sentían felices lejos de la vida en la ciudad, todo y todos habían quedado atrás, no necesitaban mucho dinero, ni tener bienes mientras estuvieran juntos. La familia Rangel en especial Mario se enteró de que Pablo se había escapado, a su madre no le importaba, había mejorado mucho su ánimo desde que tenía a Roberto con ellos, pero con Mario era distinto, furioso le exigió a Leonel que lo encontrara, por su parte Leonel quería dejar ya el asunto, ellos tenían ahora a Roberto, el hijo de Guillermo, ahora sabía que todo fue un trueque, Rosalía lo planeó todo desde el inicio. Entregaba la custodia completa de Roberto pidiendo que no buscaran más a Pablo ni
Rosalía escuchaba atenta a Pablo, él había cambiado todo para dejarla como una víctima. Mario estaba furioso y Leonel solo miraba atento a Pablo y Rosalía y la forma en que se miraban. “Él no se movió después de que lo acuchille… Revisé sus signos y no respiraba, entré en pánico y lo único que se me ocurrió fue tirarlo por la orilla, la señorita Rinaldi estuvo todo el tiempo debajo de un árbol en shock… ella no hizo nada…” “¡Eso es mentira!”. Mario exaltado gritó. Leonel lo tomó del brazo calmándolo. Fue el turno de Rosalía, ella miró por un momento a Pablo, se veía seguro y decidido, no había vuelta atrás, repitió lo mismo que Pablo había dicho, el jurado y los jueces dieron el veredicto… “Pablo Carvajal es encontrado culpable de la muerte de Guillermo Rangel y queda sentenciado a 30 años de prisión”. Dora que también estaba presente junto a su padre lloraba desconsolada. Pero su padre tenía otro semblante, se estaba dando cuenta de la relación de su yerno y Rosalía, la mujer con
Pablo fijó su mirada en ella. “Ross…” Tomó sus mejillas para que lo mirara. Ella atenta observó sus ojos. Su corazón latía a mil por hora mientras sentía el calor de sus palmas. Pablo le declaró. “Te amo… siempre te he amado, desde el primer día que nos conocimos, en aquel mirador, tus ojos perdidos, tu necesidad de amor y después… todo lo que me diste… comida, ropa, un hogar, amor, te entregaste a mi sin condiciones y juntos nos levantamos de la miseria, hoy soy quien soy gracias a ti”. Rosalía frunció el ceño. “¿Por qué dices todo esto? ¿Qué pasa?”. Ella no entendía, pero sentía que algo andaba mal. El policía entró junto con el abogado. Esposó a Pablo mientras él no dejaba de mirar a Rosalía. Rosalía confundida observaba todo. “¡¿Qué hacen?! ¡¿Por qué lo están esposando?!”. El policía le dijo a Rosalía. “El señor Carvajal acaba de realizar su declaración…” El policía se dirigió a Pablo musitando. “Señor Carvajal queda detenido por el asesinato de Guillermo Rangel Padilla”. “¡
Leonel bajó la cabeza pensando en todo y le dijo. “Si, ¡Estoy loco! ¡Porque no debería amarte!”. Él se recargó en el asiento soltándola, mientras ella se acomodó nerviosa en el lugar. La madre de Leonel ya no lo recordaba ni su promesa de encontrar la verdad, porque debería seguir con esto, Guillermo ya estaba muerto, era el pasado y amaba a Rosalía. “Estoy loco porque eres la asesina de mi hermano, estoy loco porque ocultaste a mi sobrino, le extrajiste médula a mi hermano sin permiso… estoy loco porque eres una…” Respiró profundo antes de seguir. “Pero, aun así, no puedo dejar de pensar en ti, en tu cuerpo, en tu olor, en tu sonrisa, no salen de mi mente y de aquí”. Él golpeó su pecho. “¡Estás bien metida aquí!”. Ella no sabía que decirle, también le traía, pero después de enterarse de todo y que era hermano de Guillermo descartó cualquier relación con él. “¿Me investigaste?”. Leonel asintió. “Claro, necesitaba saber todo de ti, así fue como encontré a Roberto, es un niño increí
La mujer afirmó y segura comentó. “Estoy de acuerdo”. Ella le advirtió. “Como leyó en mi solicitud soy madre soltera tengo un pequeño hijo y quería pedirle que me dejara tenerlo en la casa, no interferirá en el cuidado y enseñanza del pequeño, lo prometo”. Rosalía lo pensó por un momento. “¿Cuántos años tiene?”. “Cinco”. Contó la mujer. Rosalía aceptó, eso sería bueno para Roberto que siempre estaba solo. Rosalía se recargo en su silla. “Está bien”. Melina entró y juntas le explicaron los detalles del acuerdo y la nueva niñera firmó. Nidia y Jaime la llevarían a donde el chico se estaba quedando. Mientras iban en el coche, el teléfono de la mujer sonó, ella observó el mensaje contestando. -Estoy dentro- Leonel desde el otro lado sonrió, sentado en su oficina, él mismo había mandado a la candidata perfecta para cuidar de su sobrino, era una de sus colegas en el extranjero que buscaba un nuevo aire a su vida, vino de visita y Leonel le ofreció el puesto que ella no dudo en aceptar
Último capítulo