Capítulo 36: Negocio

Max

—Lucas —lo llamé sin apartar la vista del desgraciado—. Traeme las herramientas...

Iba a disfrutar de esta mierda.

Lucas entró con el carro de instrumentos quirúrgicos, herramientas de mecánico y un celular apoyado en un soporte.

El perro desgraciado abrió los ojos como platos.

—Colóquenlo en posición —ordené a dos de mis hombres.

Sacaron al infeliz de la silla y sujetaron sus muñecas en los grilletes que colgaban del techo. Sus tobillos apretados en los que estaban en el suelo.

—Desnúdenlo.

Mientras ellos lo hacían, me conecté en el teléfono con el doctor Miranda. Él era uno de los nuestros. Sabía lo que le hacíamos a cualquiera que se atreviera a pasarse de listo con uno de los nuestros.

—Buenos días, doctor —saludé apenas respondió.

—Buenos días, señor. Estoy listo para guiarlo.

Sonreí. Pero no era una de esas sonrisas que le había regalado a mi niña... No. Esas habían sido sinceras. Esta sonrisa era la que usaba cuando alguien iba a perder una parte de su cuerpo.

—Proc
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