La Hija que Desearon No Haber Tenido
Antes de cumplir dieciocho, yo era la princesa adorada de la familia Moretti.
Todo eso cambió en mi cumpleaños número dieciocho, cuando mi padre llegó a casa con una niña huérfana llamada Carina.
—Ella necesita un hogar —dijo mi padre—. Tú la cuidarás, como a una hermana.
A partir de ese instante, nada volvió a ser igual.
Mi hermano, que antes me consentía, se volvió frío y distante.
Y mi prometido… su amor por mí pareció reducirse de la noche a la mañana.
La familia elogió a Carina por su dulzura y obediencia, asegurando que era una hija mucho mejor que yo, su propia sangre.
Después de que me relegaron por Carina demasiadas veces, al final me quebré y agarré la manga de mi padre. —¿Acaso la sangre no significa nada? —pregunté.
La furia de mi padre estalló. Protegió a Carina, con el rostro empapado en lágrimas, y delante de todos los miembros de la familia me abofeteó.
—Basura egoísta. Ojalá nunca te hubiera tenido —escupió.
—Traes vergüenza a esta familia —dijo mi hermano Marco con voz fría como un acero—. Lárgate.
Y mi prometido, Vicente, me miró con decepción: —Si tan solo desde el principio me hubiera comprometido con Carina… —murmuró.
Creyeron que me arodillaría a sus pies, como siempre hacía.
Pero no dije nada. Caminé hasta la caja fuerte familiar, saqué los documentos oficiales y tracé una sola línea sobre mi nombre.
Me quité el anillo de compromiso del dedo y lo puse en la mesa.
Les di a Carina todas las cosas que ellos pensaban que yo no merecía.
Al fin y al cabo, me quedaban solo unos pocos días de vida.
Pero entonces no sabían que, en medio de la ruina de la familia Moretti, algún día se arrodillarían bajo la lluvia y suplicarían por mi regreso.