Mi Alfa Y Mi Madre Me Abandonaron En Un Océano De Fuego
El día antes de la ronda final para la selección de beta, me envenenaron con acónito y me encerraron dentro de mi casa en llamas. El fuego se extendió demasiado rápido, y mi estado debilitado me impidió transformarme. Mi loba, Camila, gritaba en mi mente, pero no pude escapar, aunque arañé la puerta mientras las llamas quemaban mi piel.
Cuando me rescataron, mi cuerpo estaba cubierto de quemaduras, mi piel en carne viva y desgarrada. Afuera de la sala de operaciones, escuché a mi madre sollozar, repitiendo.
—Es mi culpa... cerré la puerta por accidente... nunca quise...
El Alfa Diego, mi compañero, les pidió a todos los sanadores que me restauraran, pero sus frías palabras hacia mi madre fueron escalofriantes.
—Si Sofia no fuera tan vanidosa y egoísta, no habría tenido que hacer esto. Valentina estaba frágil, luchando contra la depresión, y aun así, Sofia alardeaba de su éxito frente a ella. Así que Sofia le debe esto.
Las acciones de Diego tenían como objetivo allanar el camino para que Valentina se convirtiera en beta, pero yo fui quien sufrió. Él afirmaba estar tratándome bien, pero destruir mi salud y mi futuro no se sentía como cuidarme.
Presioné mi mano contra mi pecho vendado, mientras el entumecimiento se extendía. Camila gruñó dentro de mí, debilitada por el acónito.
Ya no quería el amor de la madre que me había traicionado, ni del compañero que se suponía debía protegerme. Ya no quería nada de ellos, nunca más.