Narrado por Teo
La tensión quedó flotando en el aire.
Yo no sabía si había dicho demasiado… o si había dejado de decir lo que realmente importaba. Solo sabía que la estaba perdiendo. Aunque estuviera ahí, lavando tazas en mi cocina, con la misma calma silenciosa de siempre, ya no era mía.
El teléfono vibró sobre la mesa.
Una vez. Dos, tres.
Ella no se movió, pero vi cómo su espalda se tensaba.
Miré la pantalla y era Dante.
El nombre apareció en letras claras, como si me lo escupieran en la cara. "Dante está llamando." "Dante insiste." "Dante no se olvida de ella."
Y ella… tampoco lo ignoraba.
Volvió a vibrar. Cuarta llamada.
Me acerqué, sin pedir permiso, y tomé el móvil.
—¿No vas a contestar? —pregunté, la voz más afilada de lo que pretendía.
Ella se giró apenas. Me arrebató el celular de las manos. No respondió. No escribió. Pero lo apartó, lo dejó boca abajo sobre la mesa, como si con eso pudiera borrar lo que acababa de pasar.
—¿Por qué te llama tanto? —insistí.
Silencio.
—¿No pu