Narrado por TeoEsa misma noche, después de encontrarla en el pueblo, llamé a mi asistente y le pedí toda la información de Karina, no sabía su apellido, pero en las redes sociales de Dante, encontré una foto suya y eso fue todo lo que pude proporcionarle. También le pedí que la mantuvieran vigilada.La mañana era gris. No gris de postal, ni gris de melancolía. Era un gris sucio, espeso, como si el cielo también tuviera resaca. O un secreto que no sabía cómo escupir.Entré al ascensor junto a Ethan, mi asistente. Él iba revisando su tablet con la eficiencia mecánica de siempre, tan puntual como su sarcasmo. Yo, en cambio, no podía dejar de mirar el espejo frente a mí.Allí estaban.Karina y Dante. Su sombra silenciosa. Su perro guardián.Ella sonreía. No abiertamente, no como quien se sabe observada. Era una sonrisa pequeña, casi un suspiro en el rostro. Pero era real. Y, por algún motivo que no quise nombrar, esa sonrisa me dolió. Había algo frágil en ella. Algo dulce. Algo que no pe
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