Capítulo 89. El Amanecer Fantasmal
Ramiro apenas escuchó las advertencias de Matías. La dirección de la Academia Zenith zumbaba en su cabeza. Colgó la llamada y miró la nota garabateada, sintiendo una mezcla extraña de terror y alivio. Sabía dónde estaba. Ahora tenía una coordenada para su tormenta. Ya no era un fantasma en la avenida.
Se volvió hacia la ventana. La ciudad comenzaba a mostrar los primeros grises. Faltaban pocas horas para la final. Ramiro se dejó caer de nuevo en el sofá de cuero, con el vaso vacío aún en la mano. La adrenalina de la llamada lo había abandonado, dejándolo exhausto. La luz ambiental del salón se quedó encendida, un testigo mudo de su colapso. No luchó contra el cansancio. Se quedó allí, rígido e incómodo, hasta que el sueño, pesado y sin sueños, lo arrastró a la deriva.
Fue el timbre estridente de su teléfono lo que lo arrancó del sopor. El sol de la mañana, filtrado por las cortinas, golpeaba directamente en sus ojos. Su cabeza le latía con un dolor sordo y seco, castigo por el whisky