Capítulo 88. La Torre Aurum y el Eco de la Ausencia
Ramiro deslizó su Audi en el parking subterráneo de la Torre Aurum. El motor se apagó con un suspiro amortiguado, dejando tras de sí un silencio denso. Subió en el ascensor privado hasta su piso.
Al abrir la puerta, la luz ambiental se encendió automáticamente. Lo primero que notó fue la bendición del vacío. Adriana no estaba.
Un suspiro imperceptible de alivio y auto-desprecio cruzó sus labios. Adriana, la mujer que había huido de él cuando cayó lesionado, ahora había regresado como una sanguijuela sofisticada tan pronto como él recuperó su prestigio. Y Ramiro, en un acto de flagelación cobarde e inmadura, la había aceptado de nuevo. Se odió por ello.
Su ausencia significaba que no tendría que enfrentarse a la farsa. No habría sonrisas de catálogo ni preguntas fingidas. Adriana era solo un trofeo vacío que le recordaba lo bajo que había caído en la escala de la honestidad personal. La necesitaba fuera; esta noche era estrictamente para el naufragio emocional en solitario, sin testigo