Celeste Eldrin era una débil omega que vio su mundo desmoronarse el día de su boda cuando su prometido Luther, y su hermana adoptiva, Elise, la traicionaron al acabar con la vida de sus padres. Ambos le confesaron sus planes sin piedad: asesinar a Celeste para no dejar cabos sueltos y garantizar que él se convirtiera en el próximo alfa de los DarkMoon y Elise en su luna, ya que estaba esperando un hijo de él. Desesperada y gravemente herida, Celeste logró escapar al bosque, llevando consigo el peso de la traición y el luto por sus padres. Sus esperanzas se aferraron a Kael, un lobo que sus padres habían descrito como fuerte y bondadoso, quien podría ayudarla a aumentar su fuerza y vengarse. Sin embargo, la realidad fue distinta. Cuando Celeste recuperó la conciencia, Kael se reveló como una hombre cruel y desinteresado. La sed de justicia empujó a Celeste más allá de los límites de la razón. Ignorando las advertencias del pueblo, se atrevió a enfrentar a Kael una noche de luna llena en su habitación. Allí, descubrió el secreto más oscuro de su salvador: una maldición que lo transformaba en una bestia sanguinaria. Contra toda lógica, Celeste descubrió que, de alguna manera, su presencia era capaz de calmar al monstruo que había en él. *** -Te ayudaré a vengarte de los que te hicieron daño. -¿Cuál es tu condición? -Debes permanecer siempre a mi lado durante las noches de luna llena.
Leer másCeleste. La pelea con Malzahar continuaba sin descanso. El agotamiento de mi cuerpo me hacía sudar incluso teniendo pelo por mi transformación. —Te irá muy mal con tu madre después de esto, Samanta —soltó el demonio, con una risa cínica que nos heló la sangre. Samanta no se inmutó, ella continuó lanzando hechizos básicos por la brujería que aprendió de Scarlet, y era de gran ayuda para mí, porque solo así Malzahar lograba bajar la guardia. —¿Qué pasa? —le pregunté justo cuando lo vi jadeando—. ¿Te has cansado, demonio? Porque un mínimo descuido y te corto la garganta… Quise asustarlo. No creí que iba a funcionar, a decir verdad. Los labios de Malzahar temblaron y retrocedió para alejarse de mí. Siendo una lycan, podía moverme con menos agilidad, pero mi fuerza era increíble. Lancé un puñetazo brusco hacia él que logró esquivar y terminé hundiendo mi puño en la pared, esa parte se derrumbó. —¿Ahora tienes miedo? —Se mofó Samanta. El aire era denso en esa habitación. Mi respira
Kael. Desperté con un dolor de cabeza tan brutal que, por un instante, sentí que el mundo entero se tambaleaba. Me froté la sien con fuerza, intentando recuperar la claridad, pero en cuanto mis ojos se enfocaron, el horror me golpeó con violencia. Había sangre por todos lados, incluso en mis manos. Vi mis palmas rojas, y supe que la había cagado a lo grande. —Oh… Carajo… Mi cuerpo se tensó de inmediato. El hedor metálico impregnaba el aire, y el suelo estaba empapado con restos irreconocibles de cuerpos destrozados. Supe que me volví loco. Ese miedo que tanto había olvidado, regresó a mí. Mi respiración se volvió errática y mi pecho subía y bajaba con intensidad.Intenté recordar y entender lo que hice. La transformación. La luna llena. La maldición… Me transformé después de una reunión. No recordaba quiénes fueron mis víctimas, pero los rostros horrorizados de Marcela, Oliver, Nolan y Sebas me hicieron sentir pequeñito.¿Y si estaban muertos por mi culpa? —Por la diosa… —sus
Celeste. Aunque entendiera la situación, el peso de la petición de Samanta me golpeó como un puño directo al pecho. —¿Morir? ¿Renunciar a tu vida solo porque sí?No podía comprenderlo, era difícil aceptar que alguien pudiera hablar de su propia existencia con tan poca importancia. Sabía que el plan era matar a Samanta, pero aun así, dolía que ella quisiera morir por su cuenta. La miré con incredulidad, mi respiración estaba pesada y coloqué una mano en mi cintura.—¿Por qué quieres morir? —pregunté, aunque temía la respuesta.Samanta me sostuvo la mirada sin miedo ni vacilación.—Si muero, ella pierde la mitad de su poder y lo sabes mejor que nadie, ¿no? Nunca podrá recuperarlo. Será mi venganza hacer que la maten también —masculló, tensando la mandíbula con fuerza—. Necesito ser parte de esto, Celeste. Espero que lo entiendas. Su voz era fría. No temblaba. Era el tono de alguien que ya había tomado una decisión sobre su propia vida.Pero yo no podía aceptar eso. Ella solo fue en
Celeste. Las horas pasaban con una lentitud cruel, la piedra bajo mi cuerpo seguía tan fría como la desesperación que se filtraba en mis pensamientos. No había salida. Había probado todo lo que tenía a mi alcance, hasta el hierro de mi cinturón, pero nada sirvió para abrir esa estúpida puerta. Me encontraba sola, mirando la pequeña ventana por la que se asomaba la luna, y dándome cuenta de que faltaba muy poco para el amanecer. ¿A cuántos había matado Kael? ¿Marcela… Oliver… Damián? Negué con la cabeza, alejando todos esos pensamientos intrusivos que solo me hacían sentir peor porque... La idea simplemente me asfixió como si se tratara de dos manos apretando mi cuello. La manada que se volvió mi hogar… Kael… No sabía qué estaba pasando allá afuera. Era imposible saberlo.—Mamá, papá, ¿por qué no me advirtieron de esto? —resoplé, sintiéndome agotada porque no dormí ni un minuto. Acaricié mi vientre, recordando las dos pequeñas vidas que me acompañaban. Tenía que luchar y mante
Marcela. Corríamos de puerta en puerta, golpeando con fuerza, advirtiendo a todos lo que estaba ocurriendo. Las miradas llenas de horror de los habitantes me rompían el corazón, porque nadie se imaginó que algo así volvería a ocurrir. El frío de la noche no me afectaba, porque lo único que sentía era la urgencia de avisarle a todos. La necesidad de poner a salvo a la manada.Kael había perdido el control, esa era nuestra realidad.Estaba asustada, no sabía si Sebas y Nolan iban a sobrevivir ante esa enorme bestia descontrolada y sedienta de sangre. Oliver estaba a mi lado, su voz era gravd mientras hablaba con los demás, dándoles las mismas instrucciones una y otra vez.—Refúgiense. Cierren todo y no salgan hasta que todo esté claro —repetía—. O por lo menos hasta que amanezca… Pero con cada palabra, el miedo en los ojos de las personas se hacía más evidente. Tragué saliva. Su mano tomó la mía mientras caminábamos hacia otra cabaña. —¿Estás bien? —Me preguntó. Tal vez fui muy
Narrador. La sala estaba iluminada por velas en medio de la penumbra, proyectando sombras alargadas sobre las paredes de la mansión. Scarlet se encontraba de pie, su mirada estaba perdida en el fuego de la chimenea, una sonrisa lenta y satisfecha curvó sus labios porque su plan estaba siendo un éxito. —Puedo sentirlo —murmuró, con una risa de placer—. Kael ya ha matado a varios de su manada. ¡Es justo como quería! ¡Él acabará con todos y no podrá con la culpa! El deleite en su voz era escalofriante, incluso para Malzahar, aunque la entendía, pues Kael había matado a todo su clan y familia en el pasado.Scarlet simplemente se estaba vengando. El demonio permanecía sentado con un aire indiferente cerca de ella, la observó con atención antes de soltar un leve suspiro.—Será peligroso que vayas sola, Scarlet. No pienso dejar que lo hagas. Scarlet lo miró con calma y una confianza absoluta de quien ya tiene el control. Se levantó para servirle un poco más de vino en la copa que tenía
Último capítulo