Traicionada por su esposo. Humillada por su propia hermana. Vendida como esclava. Airys Monveil, una Luna que lo perdió todo. Encadenada y expuesta en una subasta clandestina, su destino quedó sellado. Con una oferta millonaria, él la reclamó como su posesión. Daimon Fenrir. El Alfa Supremo. El monstruo cruel al que incluso los lobos temen. Letal. Despiadado. Un depredador sin piedad. Ahora, Airys se encuentra en las garras de una bestia indomable. Él la caza, la provoca, la domina con su presencia feroz. Huir no es una opción. Desafiarlo podría ser su ruina. Pero lo peor de todo, ¿es que su cuerpo lo reconoce… incluso cuando su mente grita que debe escapar? Ella es solo una humana sin lobo, indigna de su mundo. ¿O acaso hay algo oculto en su sangre? Algo que incluso el Alfa Supremo teme descubrir.
Ler maisPOV: AIRYS
Fui subastada.
Como Luna de alta clase, la compañera del Alfa de mi manada, debería haber sido respetada, protegida, reverenciada. Pero no.
Fui traicionada. Abandonada. Vendida como mercancía barata.
¿Y lo más humillante? La persona que me entregó fue el hombre al que juré amar y servir por toda mi vida.
Mi cabeza palpitaba, y un zumbido insistente martilleaba mis oídos. Gemí, intentando abrir los ojos, solo para ser recibida por una luz cegadora que quemaba mis retinas. Algo áspero rozaba contra mi piel, cortando mis muñecas ya heridas. Mis articulaciones gritaban en protesta.
Respirar era un desafío. El collar frío en mi cuello apretaba cada intento de inhalar aire; incluso tragar saliva era difícil. Cada movimiento era un castigo, mis costillas dolían, prueba de la brutal paliza que había recibido antes de ser arrojada aquí.
Todo por una farsa. Una trampa cruel.
¿Y la responsable?
La mujer en la que más confié en mi vida.
Mi propia hermana.
La misma que sorprendí en la cama de mi esposo.
Mi estómago se revolvió. Un sabor amargo subió por mi garganta, pero tragué en seco, negándome a mostrar debilidad ante la multitud de lobos que aguardaba mi destino como buitres alrededor de una carroña.
Estaba atada como un animal.
Sujeta a una estaca.
Vulnerable.
Expuesta.
La camisola fina que me cubría era casi transparente, reduciéndome a nada más que un objeto para ser exhibido. Mi dignidad había sido arrancada a la fuerza, junto con mi título, mi familia y mi manada.
Traicionado.
Todos ellos.
El olor del lugar era insoportable. Una mezcla de sudor, sangre y podredumbre. El hedor de la sumisión impregnaba el aire, dejando un sabor metálico en mi lengua. Las luces eran tenues, pero suficientes para iluminar los rostros ocultos bajo máscaras lujosas, con ojos brillando de perversidad.
Yo era el premio de la noche.
— ¡Miren, caballeros! — La voz del subastador resonó en el salón —. ¡Una Luna rechazada!
El murmullo creció.
— Una mujer que fracasó como esposa… — Hizo una pausa teatral, dejando que la tensión se instalara —. ¡Sorprendida traicionando a su compañero con otro macho!
Abrí los ojos de par en par, sollozando en estado de shock.
— ¡Olía a otro! —Escupió las palabras con desprecio —. ¡Pura traición!
Gritos de indignación y repulsión llenaron el ambiente.
Mis manos temblaban.
— Una lupina sin loba. —El subastador continuó, empapado de desdén —. Negada por la Diosa Luna. Exiliada por sus actos. ¡Ahora pagará el precio por su infidelidad!
— No, eso no es verdad… — Mi voz salió en un susurro roto, las lágrimas resbalaban por mi rostro. Un nudo se formó en mi garganta, mis labios temblaban.
Y entonces lo vi.
Sentado como un rey, relajado, disfrutando de su bebida con una mirada de puro desprecio.
Malik.
El hombre al que juré amar.
El hombre que me vendió.
— ¡Malik, no puedes hacerme esto! ¡No puedes traicionarme así!
Mi grito se perdió en medio de las carcajadas.
— ¡Vaya, miren eso! Para ser humana, hasta es fiera. — Malik provocó, destilando puro sarcasmo.
Las risas crecieron, ahogando mis palabras.
— Querido, por favor, no hagas esto con mi hermanita. — Eloy forzó una voz dulce, fingiendo un sollozo. —¿Sabes que la amo? Sé que cometió un error al traicionarte, arrastrando el nombre de nuestra familia al fango… Pero, ¿qué se puede esperar de una mujer cuya propia madre prefirió quitarse la vida antes que criarla?
Mis músculos se tensaron.
— Hasta la Diosa Luna la rechazó. — Eloy suspiró, con un teatro impecable.
— Tu corazón es realmente bondadoso, Eloy. Tu hermana no te merece. — Malik sonrió, con una mirada gélida y cruel clavada en mí. — Al fin podremos librarnos de este maldito acuerdo y contrato que mi padre hizo con el tuyo.
¿Entonces era eso?
Todo este tiempo… nunca fui elegida.
Solo fui un contrato no deseado.
Mis ojos ardían, pero no lloré.
El odio latía en mi pecho.
— ¡Mentiroso! — grité, cada palabra quemando mi garganta. — ¡Ustedes tenían un romance! — Me dirigí a Eloy, suplicante. — ¡Me drogaste y me arrojaste a la cama de un extraño para ocultar tus propios pecados! ¿Por qué me hiciste esto, hermana?
El silencio se rompió con una bofetada ardiente.
Mi cabeza giró hacia un lado, el cabello cubriendo mi rostro. El sabor ferroso de la sangre llenó mi boca.
— ¡Silencio, esclava! — El subastador agarró mi barbilla, sus dedos clavándose en mi piel. — ¡Aprieten el collar de esta perra!
El apretón en mi cuello se intensificó.
— ¡Ay, por favor..! — Gemí. — Esto duele…
Mi visión se nublaba.
Diosa, ayúdame.
El odio y el asco eran insoportables.
— ¡Que comience la subasta! — El subastador gritó.
El salón estalló en gritos y números.
Mi destino se ve disputado por monstruos enmascarados.
— ¡Cien mil por esa cosita linda! — Un hombre gordo y sudoroso levantó su placa.
El silencio cayó.
Nadie más hizo una oferta.
Malik sonrió, como si se estuviera divirtiendo.
— ¡Vendida!
El olor a tabaco lo impregnaba, denso y sofocante. El humo caliente ardió en mis ojos cuando lo sopló directamente contra mi rostro, riendo bajito, un sonido repulsivo.
Entonces, agarró mis cabellos con brutalidad, tirando de ellos hacia arriba con fuerza, obligándome a enfrentarlo.
— Vaya, vaya… ¡Eres joven, eso es maravilloso! — Su voz destilaba veneno, los ojos brillaban con una hambre enfermiza mientras pasaba la lengua por sus labios secos. — Me harás ganar mucho dinero en mi burdel. ¿Sabes… a mis clientes les encanta una cosita linda como tú?
Asco.
Mi estómago se revolvió ante la sola idea de ser tocada por aquellos monstruos.
Sus dedos se deslizaron por el contorno de mi cuerpo, un toque pegajoso, repulsivo.
La rabia hervía en mi interior, cada fibra de mi ser gritaba por reaccionar.
¡Nunca sería de ellos! ¡Nunca!
Mi reacción llegó antes de que pudiera siquiera pensarlo.
Escupí.
El chorro caliente alcanzó su rostro sudoroso. La saliva resbaló por la comisura de su boca.
Sus ojos se abrieron de par en par, primero por la sorpresa, luego por una furia desbordante.
— ¡Maldita zorra inmunda!
Me soltó por un segundo, y fue suficiente. Lancé mi cuerpo hacia adelante, colgando contra las cuerdas, cargada de odio y desafío.
— ¡Prefiero morir antes que hacer lo que quieres!
El golpe llegó rápido.
Su mano gruesa agarró mi cuello, apretando sin piedad mientras me arrancaba de las cuerdas. Mi cuerpo dejó el suelo, mis pies pateando el aire en un desesperado instinto.
Me faltaba el aire.
El apretón se intensificó, su pulgar presionando mi tráquea. Mi visión se oscureció por un instante.
— Me encantan las rebeldes. — Río con perversidad. — Me gusta domarlas personalmente antes de enviarlas a las habitaciones de mis clientes.
No.
Un grito de pura rabia brotó de mí antes de que hundiera los dientes en su mano.
El sabor de la sangre invadió mi boca.
Rugió de dolor, arrojándome al suelo con violencia. El impacto hizo que todo mi cuerpo palpitara.
Levántate.
¡Vamos, levántate, Airys!
Mi mano fue directa a mi cuello, masajeando la piel dolorida mientras levantaba el rostro.
— ¡Si me tocas de nuevo, te mato! —jadeé entre dientes.
Sus ojos ardían de furia.
— ¡Maldita zorra!
Su brazo se alzó en el aire, listo para golpear.
Cerré los ojos.
Mi cuerpo se encogió por el reflejo del miedo. Esperé el dolor. Esperé la violencia.
Pero nunca llegó.
Algo cambió en el aire, una presencia poderosa, depredadora y letal.
Tragué en seco, abriendo los ojos lentamente.
Y entonces lo vi.
Alto. Hombros anchos. Postura imponente.
Sus músculos esculpidos se adivinaban bajo un traje oscuro, pero era su presencia la que me asfixiaba más que el collar apretado alrededor de mi cuello.
Emanaba en peligro.
Brutalidad.
Furia contenida.
Sus ojos recorrieron el lugar, evaluando a cada uno de los presentes como si fuera el depredador supremo en una sala llena de presas miserables.
La tensión era palpable.
El hombre repugnante que me había atacado temblaba como un niño asustado.
El subastador tragó en seco, su mano sudorosa aferrando los papeles en su atril.
Entonces, él habló.
— No se daña la mercancía. — Su voz era grave, baja y peligrosa.
El salón se estremeció.
Un murmullo bajo se extendió entre los espectadores; se podía sentir el miedo de los presentes.
El hombre repugnante retrocedió, encogiéndose ante él como una rata frente a un león.
Sus ojos encontraron los míos.
Jadeé ante su presencia.
— Doy un millón de dólares por la humana.
Mi respiración se detuvo.
Esa cantidad…
Esos ojos terrosos eran familiares… No podía ser, ¿verdad?
Parpadeé varias veces, forzando la vista; sus iris destellaban en un rojo sangre, incluso bajo la tenue luz del lugar. Esa mirada…
Mi cuerpo tembló.
No hay miedo.
Si no por algo instintivo.
Este hombre… ¿Quién era? ¿Acaso ya lo conocía?
POV: AIRYS— Claro. —murmuré casi sin voz, cruzando rápidamente el cuarto. Mi cuerpo parecía moverse por sí mismo, huyendo. Salté a la cama y tiré las cobijas sobre mí, queriendo desaparecer. De la vergüenza. Del rechazo. De él.Mi pecho se apretó, y las lágrimas ardieron al recorrer mi rostro. Solté un sollozo, tragando mi respiración mientras enterraba mi rostro en la almohada.— ¿Qué estaba pensando? — Mi voz salió ahogada, pero llena de amargura. — ¿Realmente pensé que el Alfa Supremo se interesaría por una humana? — Escupí las palabras, sintiendo el sabor amargo de la humillación. — ¿Solo porque abrí mi corazón? ¿Solo porque expuso mis sentimientos?Mi propia mente se burlaba de mí, martillando implacable. "¿Realmente creíste que ganarías algún juego con el rey Lycan?"— Eloy tenía razón. — Susurré, la voz fallando. Apreté la almohada contra mí, tratando de contener el llanto, pero era imposible. — Soy completamente patética.“Pero vimos el deseo en sus ojos, lo sentimos despiert
POV: DAIMONEn un impulso, ella se inclinó y me besó, con ansiedad, desesperación y deseo. Gruñí contra sus labios carnosos al sentir su cuerpo moverse sobre el mío, presionándose contra mí."Audaz, decidida…" Fenrir disfrutó con deleite. "Tan nuestra."Ella jadeaba contra mi boca, mordiendo mi labio inferior, succionando la sangre cuando lo cortaba levemente. Abrí los ojos y encontré los suyos, intensos, de un amarillo brillante, vibrantes, casi salvajes.Deslicé mi mano por su nuca, tirando de su cabello, mientras la otra apretaba su cintura, trayéndola aún más hacia mí. Nuestra respiración se aceleró, ambos jadeando, sin querer separarnos.Mierda, si esta pequeña audaz seguía así, no sería posible mantener el control."¡Deja que nos tenga!", rugió mi lobo en mi mente. "Ella nos desea, ansía esto."— Ella está triste y confundida. — Gruñí de vuelta, respondiendo en mi mente. — No será así.En un movimiento rápido, la giré en el suelo, sujetando sus muñecas por encima de su cabeza, p
POV: AIRYS— Integridad y lealtad para las personas equivocadas, humana. — Daimon ponderó, recostándose. Giré la botella, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba cuando esta se detuvo, una vez más, apuntando hacia mí.Solo podía ser karma. Sin suerte en el amor y con mala suerte en el juego.— Parece que el destino no sonríe para ti, pequeña. — Chasqueó la lengua con presunción y levantó el vaso en mi dirección. Fruncí el ceño, pero tomé el líquido de un solo trago, sintiendo el calor descender por mi garganta.— No denunciaste las torturas hechas en tu cuerpo, pero estuviste dispuesta a exponer a tu esposo y a tu hermana ante el Consejo Lupino por traición. Incluso sabiendo que la sanción podría ser solo el exilio y la pérdida del título, dudaste cuando agarré el cuello de Malik para matarlo. — Hizo una pausa, entrecerrando los ojos. — ¿Todavía lo amas?Mis dedos apretaron el vaso con fuerza. Desvié la mirada, incapaz de enfrentar a Daimon. Él me observaba de una forma que parecía atr
POV: AIRYSMis manos temblaban levemente cuando me solté de su agarre.— La impaciencia es una característica fuerte de los Alfas. — Jadeé en voz baja, tratando de recuperar el control. — Podemos jugar frente a la chimenea. Está refrescando.Me aparté, sintiendo su mirada pesada en mi espalda. Él me siguió sin prisa, sosteniendo la botella. Me acomodé en la alfombra mullida, el color marfil contrastando con mi ropa oscura. Tomé la botella y la coloqué en el centro.Daimon se sentó frente a mí, recostado en el sofá, y abrió una botella de whisky. El líquido ámbar llenó los vasos. Le lancé una mirada interrogante.— ¿Hay reglas en tu juego que impidan el consumo de alcohol? — Su tono llevaba sarcasmo.— No. — Suspire, tomando el vaso y bebiendo un sorbo rápido. El sabor quemó mi garganta. — Pero no me parece justo, ya que los lupinos tienen un metabolismo rápido y no se emborrachan fácilmente.Un destello divertido pasó por sus ojos antes de inclinar su cuerpo hacia mí.— ¿Tu intención
POV: AIRYSLa olla pitó, y corrí a apagarla, aprovechando para alejarme. Necesitaba espacio.¿Qué estaba haciendo él?¿Por qué actuaba así?Mierda. Era más fácil cuando me cazaba. Al menos sabía que quería devorarme."¿Y aún no quieres?" Mi mente provocó maliciosamente. Bufé, irritado.Llené nuestros platos y los puse frente a él. Él seguía allí, relajado, recostado en la silla, como si nada en el mundo pudiera molestarlo.— Su Majestad, su cena. — Hice un gesto dramático.Sus cejas se fruncieron ligeramente. No se rio. Solo me observó con esa paciencia afilada.— Disfruta de la comida.— Haces chistes cuando estás nerviosa. — Tomó la cuchara y la llevó a la boca sin soplarla. Sus ojos se fijaron en mí. — Te pongo nerviosa.Tragué en seco, sentándome frente a él. Tomé mi plato, soplé la sopa caliente y llevé una cucharada a la boca.— Hueles mis emociones. — Dije, sin mirarlo. — Todos te temen.— No tú. — Daimon se encogió de hombros, posando la cabeza sobre los dedos. Su mirada era a
POV: AIRYSDaimon me tiró hacia adelante, nuestros cuerpos casi pegados. En un movimiento sin esfuerzo, me levanté, sujetándome con facilidad. Mi corazón se aceleró. Tomé lo que necesitaba, cuando él me bajó lentamente, sin prisa, manteniéndome frente a él. Su mirada terrosa, semicerrada, me analizaba con atención. Había algo allí, un interés silencioso, como si estuviera tratando de descifrar lo que era yo.— Tú… — balbuceé, tragándose en seco. — Ya puedes soltarme.Pero él no se movió.El calor de su cuerpo me envolvía, su presencia dominante hacía que el espacio entre nosotros desapareciera. El poder Lycan vibraba a nuestro alrededor, escalofríos recorrían mis brazos hasta la nuca.— Alfa…— Tus ojos. — Daimon me interrumpió, inclinando el rostro hacía más cerca. Susurró grave y ronco, haciendo que contuviera la respiración. — Son inusuales.Fruncí el ceño.— Sé que soy diferente… — murmuré, apartando la mirada, tratando de escapar de esa mirada intensa.Su toque en mi barbilla fue
Último capítulo