Capítulo 8: Gran ayuda

Celeste.

Otro día de luna llena llegó en un abrir y cerrar de ojos. La prueba definitiva sería esa noche, y yo tenía que escabullirme y evadir a los guardias como la primera vez.

Kael me pidió que fuera por mi cuenta, ya que él estaría ocupado, tampoco queríamos levantar sospechas.

Una vez que llegué al frente de la cabaña elaborada custodiada por varios guardias, me escondí detrás de un arbusto. Sería fácil rodear el lugar y entrar por una ventana.

—¿De qué nos escondemos?

—¡Ah! —grité, caí de culo en la tierra.

Ni siquiera me había dado cuenta de que Damián estaba a mi lado.

¿En qué momento? Fue demasiado sigiloso para que mis oídos lo escucharan.

—¿Q-qué haces aquí? —cuestioné, en un tartamudeo.

—Lo mismo te pregunto yo —Alzó una ceja—. Se nota que quieres entrar.

Apreté los labios.

Él no tenía idea de que ya yo sabía acerca de la maldición de su hermano. Damián no dejaba de verme expectante, como si esperara respuestas.

—No es lo que parece. Simplemente ando explorando
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