Celeste.
El silencio era demasiado incómodo.
Podía escuchar mi propia respiración y los latidos de mi corazón galopar dentro de mi pecho. Él simplemente permanecía con los ojos cerrados, esperando el momento con serenidad.
—Kael —Decidí romper el silencio.
—¿Mmh?
—¿De verdad te enfrentaste a un clan entero de vampiros solo?
Necesitaba que habláramos o me volvería loca dialogando con mi mente. Kael no abrió los ojos, se mantuvo calmado y apoyando un antebrazo sobre su rodilla alzada.
—Sí.
—¿Y cómo fue?
—Si soy fuerte, es porque toda mi vida he estado en el frente de batalla. He liderado a un pequeño escuadrón, o a uno grande, pero siempre obtenemos la victoria —comentó, no aparté la mirada—. Esa vez aniquilaron a todo mi escuadrón por un descuido mío, y por supuesto, la llama de la venganza puede hacer milagros.
Vaya dato…
—Entiendo.
—No se nace siendo poderoso, Celeste. La fuerza la puedes obtener en el camino si así lo deseas —proclamó, abriendo los ojos.
Esas iris café