Mundo ficciónIniciar sesiónStefan
—¿Qué pasa, nena? ¿Ya no eres tan valiente? —mi tono era puro veneno dulce, un desafío que sabía que ella no iba a ignorar. Su respuesta fue más un gruñido que una palabra coherente, pero sus caderas comenzaron a moverse contra mi mano, buscando más. Siempre más. Mi sonrisa fue cruel mientras mi dedo presionaba y acariciaba su punto más sensible, sin darle tregua. La escuchaba gemir, sus jadeos llenando la habitación como la sinfonía más jodidamente perfecta. —Mírate —susurré contra su oído, mi aliento caliente haciéndola estremecer—. Tan jodidamente desesperada por mí que ni siquiera puedes disimularlo. Sus uñas se clavaron en mi espalda, un dolor delicioso que me hizo gruñir mientras continuaba torturándola con mis dedos. Pellizqué su clítoris nuevamente y ella jadeó, aferrándose a mí como si estuviera a punto de desmoronarse. —Stefan... —pronunció mi nombre como si fuera una súplica,






