Han pasado dos semanas desde que Cárlenton se quedó a dormir en mi casa, en este tiempo él ha cambiado, ya no me ha vuelto a ofender y eso me gusta mucho. Aunque, siempre mantengo la precaución, no vaya a ser que se active su modo animal cuando menos lo espere.
En ocasiones me ha invitado a cenar o almorzar y yo a veces acepto. Hemos desarrollado una amistad muy bonita a pesar de que empezamos mal desde el primer día, en muchas ocasiones él se me ha insinuado o me tira piropos y yo me pongo roja porque me da pena.
Es obvio que solo está jugando conmigo, ¿acaso se sentirá atraído por una pobre como yo? ¡Jamás!
—¡Dayana, ven a mi oficina de inmediato!
Se escuchó el grito por el teléfono. Tuve que alejarlo de mi oído, de contrario me quedaría sorda.
Mi jefe me culpó de haber filtrado información muy importante sobre un cliente. Ahora estaban exigiendo una explicación pública y su apellido estaba por el suelo.
—Jefe, le juro que yo no he ventilado información. Le exijo que antes de acusar