62. BAJO LA LLUVIA
[SOFÍA]
El aire de Milán está denso, como si la ciudad supiera guardar secretos y al mismo tiempo deseara gritarlos. Salimos del local donde nos escondimos hace apenas un rato, intentando convencernos de que lo del fotógrafo fue solo un exceso, nada más. Francesco camina unos pasos por delante, y yo lo sigo con el corazón desbocado, porque sé que su silencio esconde tormentas.
No pasa ni un minuto cuando el cielo se desploma. Una cortina de agua cae con furia, sin aviso, borrando los contornos de la ciudad. La gente corre despavorida hacia marquesinas, taxis, cafés con toldos extendidos. Los claxons se mezclan con gritos y risas nerviosas. Y nosotros quedamos ahí, en medio de la vereda, empapados en segundos.
—¡Vamos! —dice Francesco, y me toma de la mano con fuerza.
Sus dedos son firmes, urgentes, como si temiera perderme entre la multitud que corre. Corremos bajo el aguacero, esquivando charcos, riéndonos sin querer mientras el agua nos salpica a cada paso. Mi vestido se pega a la p