Capítulo 12

Adán se plantó frente a mí, sus ojos fijos a los míos, sin perdernos de vista ni un segundo. Su ceño está fruncido, como si siguiese sin darse cuenta de que realmente está hablando conmigo.

—¿Seguirás mirándome o dirás lo que querías? —pregunté dejando el silencio a un lado.

—¿Qué te sucedió, Eva? —preguntó tratando de poner su mano en mi mejilla.

Una acción que jamás intentó llevar a cabo, instintivamente me alejé pensando que quería golpearme, él vio el deje de miedo en mis ojos y se abstuvo de volver a intentarlo.

—No volverás a ponerme una mano encima, Adán. —indiqué apuntándole con el dedo—. Ya no soy tu esposa, gracias a dios me libré de ti.

—No es lo que creías, Eva, siéntate, hablemos. —mencionó, pero me negué y solo obtuvo una sonrisa llena de ironía de mi parte.

—¿Dónde tienes las cámaras, Adán? —pregunté graciosa—. Supongo que ahora que sabes que mi abuelo me dejó parte de su fortuna, querrás retrasar el divorcio, ¿Verdad? Querrás

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