Capítulo 94

Trago saliva con dificultad. No tiene sentido intentar ocultar la verdad con un dedo. La realidad es esa, cruel y contundente: yo mismo le arranqué la posibilidad de ser quien quería ser.

—¿Eva, estás bien? —la voz de Kuno interrumpe mis pensamientos antes de que lleguemos al ascensor.

—Sí, lo llevaré a casa. Se descompensó. —responde ella con calma, ajustando un poco más mi peso sobre su costado—. Por favor, quédate y asegúrate de tener la charla con los proveedores, yo le avisaré a Nikolaus.

—Está bien, si algo pasa, llámame. —dice él, y su tono protector hacia ella me da una punzada de celos absurdos.

Eva se despide con una sonrisa dirigida a su cuñado. Una sonrisa que parece tan ligera, tan natural… La misma sonrisa que yo jamás pude inspirar en ella. Entonces noto un detalle que me había pasado desapercibido: lleva un audífono discreto en la oreja. Lo activa y casi de inmediato escucho la voz al otro lado.

—Nik, hola, ¿estás ocupado? —pregunta ella con un tono suave que me perfor
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