Cierro los ojos, mareado por el dolor en mi cabeza, por el calor pegajoso de la sangre en mi rostro.
—No estoy diciendo que las justifique.
El silencio se alarga entre nosotros, pesado, incómodo, hasta que Brandon lo rompe con un suspiro.
—Extraño a la Eva de antes. Sé que, si ella estuviera aquí y viera mi arrepentimiento genuino, me perdonaría.
Su voz se quiebra y lo miro, con el estómago ardiendo.
—También me gustaría tener enfrente a esa Eva de antes… pero solo la veo cuando está con su hijo o con Nikolaus. —El nombre me quema en la lengua, me revuelve el estómago como veneno.
Y ahí, entre recuerdos difusos, la sangre y la culpa, me doy cuenta de algo insoportable: quizás la Eva que conocí ya no exista para mí.
Brandon se burla de mí, su risa cargada de esa ironía que tanto me irrita.
—No me gustaría estar en tu situación. —dice con descaro.
Frunzo el ceño, cansado de sus comentarios, pero aun así pregunto:
—¿Qué situación?
Él me mira con una sonrisa torcida.
—Amar a una y estar c