En otro momento, lo sé, me habría quedado callada, con la cabeza gacha, aceptando todo sin protestar. Pero no ahora. Hoy saco fuerzas de lo más profundo de mi corazón, de un lugar que ni siquiera sabía que existía. No me dejaré pisotear nunca más. No lo haré… porque si lo hago, ¿qué clase de ejemplo le daré a mi bebé?Solo falta el abogado de Adán. El mío, enviado por Nikolaus, está a mi lado, sereno, observando en silencio la escena que tengo frente a mí. Mi respiración está agitada, pero firme.—Eva, ¿qué pasa? Tú no eres así —la voz de mi madre rompe el silencio. Me mira fijamente, como si quisiera mostrar preocupación, pero en sus ojos no hay nada. Ella no conoce esa palabra, al menos no hacia mí.—¿En serio no lo sabes? —respondo riendo, una risa amarga que se siente más como un eco desgarrado—. ¡Nadie lo sabe!Las miradas se clavan en mí como cuchillas. Adán me observa con desdén, como siempre. Mis padres parecen juzgarme. Brandon, divertido. Y Victoria… oh, ella sonríe como quie
Leer más