Jenna Miller, una chef gran talento y madre soltera, se enfrenta a la adversidad tras un incendio que la deja sin hogar y sin empleo. Su determinación la lleva a participar en el prestigioso concurso, donde es coronada como la ganadora, obligándola a aceptar un contrato para trabajar en la mansión de David Whitmore, un reconocido chef y crítico gastronómico, quien, tras un trágico accidente, vive paralítico y con pérdida parcial de memoria. David Whitmore, casado con Madison, ha cerrado su corazón al amor, pero la llegada de Jenna, cuya conexión él no recuerda, comienza a despertar emociones que él creía perdidas. Jenna, por su parte, lucha por mantener en secreto que David es realmente el padre de su hijo, mientras se sumerge en la compleja dinámica de la familia Whitmore, donde los secretos acechan en cada esquina, amenazando con salir a la luz. ¿Será posible que David descubra la verdad sobre su hijo y aun así encuentre espacio en su corazón para perdonar y amar? ¿Podrán encontrar la felicidad, a pesar de todo?
Leer más—¡Oye! ¿A dónde vas? —preguntó Jenna, al ver que Rachel, su mejor amiga, era jalada por un hombre hacia la pista de baile.
—A disfrutar. Aprovecha y disfruta de Las Vegas. Es nuestra última noche —repuso a voz de grito, mientras se perdía en la pista.
Jenna rodó los ojos y río mientras bebía un sorbo de su copa mirando a la multitud sin prestar atención. Su mente estaba embotada por el alcohol.
En el momento en el que se llevaba una mano a la boca y ahogaba un bostezo, un sujeto con el que había intercambiado unas cuantas miradas, pero que había ignorado, quitándole importancia, se acercó a Jenna con una copa en la mano.
Era alto y musculoso, y su manera de moverse por el espacio, le hizo comprender a Jenna que era extremadamente consciente de su belleza. Sus ojos azules y cristalinos, adornaban un rostro anguloso y varonil, contrastando con su oscuro cabello.
—Parece que tu amiga decidió dejarte sola —repuso el hombre, acercándose a su oído para que pudiera escucharlo.
Jenna lo miró y esbozó una suave sonrisa.
—Tienes suerte, eso no pasa a menudo. —Rio.
—Me alegra que hoy haya sido una de esas pocas veces —dijo el hombre con un tono seductor, antes de sonreír, dejando ver una blanca dentadura—. Y, dime, ¿qué te trae por aquí? ¿Qué buscas en Las Vegas? —preguntó, acercándose tanto a ella que sus rostros quedaron a un palmo de distancia, mientras él la miraba fijamente a los ojos.
«Olvidar a mi ex», pensó Jenna, pero no lo dijo. No pensaba hablarle de lo que había sucedido. Harvey ya no tenía importancia en su vida desde hacía dos meses y aquel desconocido no tenía por qué saberlo.
—Nada del otro mundo. Simplemente, pasarla bien ―respondió, sin más―. ¿Y tú? ¿Qué haces en la ciudad del pecado, más allá de intentar conquistar a las mujeres que se crucen en tu camino? —preguntó ella, sintiendo que su cuerpo temblaba al sentirlo tan cerca.
—Oh, ¿en serio esa es la impresión que te doy? ―inquirió, alzando una ceja.
—Pues, honestamente sí ―respondió con una sonrisa divertida―. En verdad, tienes toda la pinta.
—Bueno, permíteme corregirte: realmente no suelo hacer esto, pero tú de verdad me llamaste mucho la atención desde que entraste al bar, y si no malinterpreté tus miradas, yo tampoco pasé desapercibido para ti, así que, ¿por qué no me acompañas a un lugar más privado? —dijo, mientras la tomaba por la cintura, atrayéndola contra su musculoso cuerpo—. Si has venido a Las Vegas a pasarla bien, te vayas sin lograrlo.
Jenna alzó las cejas, sorprendida por la capacidad de aquel hombre para ir directamente al grano. De pronto, parecía que la música y todo a su alrededor había desaparecido. Realmente, no se lo esperaba.
No podía negar que aquel extraño la atraía como el imán al metal.
—Vaya, tú sí que no te andas con rodeos ―repuso, con las cejas arqueadas―. Pero la verdad es que… no lo sé… yo…
—Oh, ¿en serio? Permíteme que te ayude a decidir —repuso el hombre con una media sonrisa.
Acto seguido, se inclinó sobre Jenna y sus labios se apoderaron de los de ella, haciendo que el corazón de la muchacha comenzara a palpitar de manera descontrolada y su cabeza diera vueltas, y no precisamente por el alcohol.
Cuando se apartó, volvió a mirarla a los ojos con una intensidad que nunca antes había visto.
—¿Y? ¿Qué dices? Esto es algo sin compromisos. Así que no te preocupes, después de esta noche ninguno de los dos sabrá del otro. ¿Por qué no te dejas llevar? Estoy seguro de que no te arrepentirás.
—Eres muy seguro de ti mismo, ¿verdad?
—Tengo tendencia a serlo, sí —respondió sin modestia—. ¿Y? ¿Entonces? ¿Me acompañas?
Jenna frunció el ceño. Sabía qué quería, pero… ¿estaba dispuesta a dar ese paso?
Algo en su interior le decía que tal vez no fuera una buena idea, sin embargo, una mucho más fuerte pedía a gritos que no dejara pasar la oportunidad. ¿Qué tenía de malo una “pequeña” aventura de una noche? Después de todo, era una mujer soltera y él realmente le gustaba.
«Estás en Las Vegas», se dijo, mientras pensaba que, quizás, la idea de Rachel no fuera tan absurda, después de todo. Tras lo cual esbozó una sonrisa y asintió. Algo le decía que mejor se mantuviera allí, que tal vez no era una buena idea, pero…, aunque no sabía muy bien cómo ni por qué, algo en aquel sujeto la traía como el imán al hierro.
Sin perder tiempo, él la tomó de la mano y pronto se perdieron en la multitud, en busca de un lugar más íntimo.
***
A la mañana siguiente, cuando despertó, sola, en la habitación de hotel, vio que su acompañante de la noche anterior había desaparecido, dejando una nota como única prueba de la intimidad que habían compartido.
«Gracias por la noche. Las Vegas nunca decepciona y tú tampoco lo hiciste. Cuídate. D».
—¿De…? —pronunció Jenna en voz alta, mientras sonreía al recordar lo que había sucedido la noche anterior en aquella cama, al cobijo de las cuatro paredes de la habitación.
Pensando en esto, guardó la nota en su bolso, antes de salir, para buscar a Rachel.
La noche había sido increíble y aquel hombre le había hecho sentir lo que nadie había logrado antes. Sin embargo, era hora de volver a la realidad, sin arrepentirse de nada.
***
Tres meses después.
Jenna se sentía nerviosa mientras esperaba el resultado del test de embarazo en el baño del apartamento que compartía con su mejor amiga y que se encontraba justo encima del restaurante que su padre le había regalado unos meses después de graduarse como chef, poco antes de fallecer.
Dos minutos después, cuando el resultado apareció, este confirmó sus sospechas y el miedo y la incertidumbre se apoderaron de ella.
¡Estaba embarazada!
Sintiendo que el corazón le latía desbocado, y con la respiración agitada, se dejó caer con la espalda contra la pared del baño. Se sentía sumamente abrumada por la noticia. No sabía si reír o llorar.
Al ver que su amiga se tardaba demasiado, Rachel, preocupada, llamó a la puerta.
—Jenna, ¿qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó, sin poder ocultar la alerta en su voz.
Un segundo después, Jenna abrió la puerta, con una expresión de shock en el rostro y el test de embarazo en la mano.
—Rachel… yo… —Tragó saliva—. Estoy embarazada.
Rachel abrió los ojos de par en par, incrédula.
―¿Hablas en serio?
Jenna le entregó test.
―No entiendo… ―comenzó a decir. Los cálculos le fallaban―. ¿En qué momento volviste a ver al maldito de Harvey? ―preguntó, confundida.
—Rachel, no lo he vuelto a ver desde que lo dejamos… —repuso, alzando la cabeza y abriendo los ojos de par en par.
―No te creo. ―Rachel negó con la cabeza―. No eres la virgen María. Ese niño no es del Espíritu Santo, así que tiene que tener un padre.
―Muy graciosa ―repuso, dejándose caer en el sofá de la sala―. Claro que tiene un padre, pero no es Harvey.
―¿Entonces?
Jenna suspiró y tragó saliva, antes de responder:
—¿Recuerdas al hombre del que conocí la última noche en Las Vegas?
Rachel asintió, aunque el malestar era evidente en su rostro.—Sí, es solo que… creo que me excedí en el desayuno. Estoy bien, no te preocupes —dijo, intentando reírse de la situación—. Quizás no fue buena idea comer tantos huevos revueltos, antes de la caminata.Sin embargo, Logan no parecía para nada convencido.—Rach… ya te he visto así antes. Recuerdo perfectamente nuestra primera luna de miel… —dijo, con voz seria y grave—. ¿No te parece algo demasiado familiar?—En ese momento, fue una intoxicación por los mariscos.—Pues el marisco ahora está babeándome el hombro —respondió Logan en tono de broma, a pesar de que no dejaba de estar alerta.Rachel no pudo evitar soltar una risita, antes de mirarlo, sintiendo cómo su corazón se detenía. No podía negar que Logan tenía razón, esa sensación… se parecía demasiado a cuando había descubierto que estaba embarazada de Esperanza. Pero no, no podía ser, ¿verdad?—No, Logan, no creo que sea posible… Tú y yo… nos estamos cuidando. —Rachel rio
El viento salino de las Islas Feroe soplaba con suavidad, llenando el aire de una inigualable frescura, mientras Rachel cerraba los parpados e inspiraba profundamente, antes de soltar el aire con lentitud. La brisa le acariciaba el rostro, despeinando su cabello y envolviéndola en un abrazo frío y cálido al mismo tiempo.El paisaje que se extendía frente a ella era de ensueño, y parecía haber sido sacado de una obra de arte: colinas verdes que descendían de manera abrupta hacia un océano infinito, donde las olas chocaban contra los acantilados.Rachel permaneció allí, de pie a la orilla del mar, sintiéndose parte de aquel vasto, salvaje y bellísimo paisaje. No podía creer que, por fin, después de años soñando con aquello, estuviera allí, en el lugar que tanto había idealizado y que no la había desilusionado en lo más mínimo. Un rincón del mundo tan remoto que parecía casi irreal.—Es increíble, ¿verdad? —preguntó una cálida y grave voz detrás de ella.Rachel se dio media vuelta, y vio
La fiesta continuó y las risas llenaban el ambiente, mientras, poco a poco, la conversación que había mantenido con su mejor amiga se desvanecía en la memoria de Rachel. Aquel era un momento para celebrar, y ella quería aprovecharlo y disfrutarlo al máximo. Sin embargo, cuando pensaba que todo estaba llegando a su clímax, Logan se paró al centro del jardín y golpeó su copa de champán con una cucharilla, llamando la atención de todos.—Un momento, por favor —repuso con una sonrisa que delataba que estaba a punto de develar una nueva sorpresa—. Esta noche ha sido y está siendo increíble, pero aún me queda una sorpresa más.Rachel, quien se había quedado de pie junto a Jenna y a David, frunció el ceño. ¿Qué más podía haber? ¿Acaso eso no era todo?—¿Qué está tramando ahora? —preguntó Rachel en un susurro, acercándose a Jenna, quien simplemente le devolvió una sonrisa cargada de complicidad.Logan se acercó nuevamente a ella, con una pequeña y alargada caja en la mano, ante la atenta mira
El aire de la fiesta estaba cargado de celebración y de felicidad. El jardín, que poco a poco se había ido oscureciendo con la caída de la tarde, parecía brillar bajo la luz del atardecer, mientras Rachel, con una sonrisa que no se borraba de su rostro, saludaba a todos y cada uno de los invitados, sintiéndose plena, al estar rodeada de las personas que amaba, y disfrutando del momento que Logan había preparado con tanto mimo.La música fluía, mientras las copas de champán se alzaban brindando y las risas llenaban el aire. Todo era más que perfecto. Rachel estaba envuelta en una burbuja de alegría. Sin embargo, aún había algo de incredulidad en su mente. Aún no podía procesar todo aquello por completo.Mientras miraba a su esposo, riendo junto a David y algunos socios de la empresa, Rachel no pudo evitar sentirse la persona más afortunada del planeta.—¡Rachel! —gritó una voz a sus espaldas, desde el otro lado del jardín.Rachel se giró para ver a Jenna acercándose a ella con un plato
Logan se acercó a Rachel, tomando sus manos con ternura y suavidad. Sus ojos, esos ojos azules que siempre habían calado hasta lo más profundo de ella, ahora brillaban con una evidente y apenas controlada emoción.—Rach —comenzó a decir, con voz suave, pero llena de firmeza y seguridad—. Todo esto es para ti. Para nosotros. Para celebrar lo que hemos construido juntos y, también, para cerrar un capítulo de nuestras vidas y comenzar uno nuevo, lleno de felicidad y amor.Rachel lo miraba, con incredulidad. Jamás había esperado algo como aquello. Entonces, vio algo en las manos de su esposo: un sobre.Logan inspiró profundamente y, con una mirada significativa, lo alzó frente a ella.—¿Recuerdas esto? —preguntó, abriendo el sobre con lentitud.Rachel frunció el ceño, reconociendo de inmediato el papel que sacó del interior: era el acta de matrimonio original, y, junto a ella, el contrato que ambos habían firmado al comienzo de todo. Ese acuerdo que habían sellado bajo circunstancias tan
Mientras Rachel intentaba relajarse en el Spa, Logan se encontraba en la villa, trabajando arduamente en los preparativos para la «gran sorpresa» que tenía en mente. Jenna y David estaban siendo fundamentales para la planificación, y todo estaba fluyendo conforme al plan.—¿Estás seguro de que ella no sospecha nada de nada? —preguntó Jenna, ajustado algunos de los adornos, mientras caminaba por el jardín, acomodando todo.Logan rio y se encogió de hombros.—Ella siempre sospecha hasta de su sombra. Creo que tú lo sabes mejor que nadie, al fin y al cabo, tú la conoces desde mucho antes que yo. Aunque creo que esta vez, con el Spa y en compañía de Elmer y Moira, se ha relajado lo suficiente como para no imaginar lo que estamos haciendo. Puede sospechar, pero no de esto —respondió, sin dejar de sonreír.David, quien en ese momento se encontraba colocando las luces en el patio, giró la cabeza hacia Logan.—Tienes suerte de que tu esposa no solo es lista, sino que, además, confía en ti. Po
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