Al llegar a la villa de los Whitmore, Jenna contuvo el aliento. La mansión era un edificio majestuoso e imponente, que la hacía sentir sumamente pequeña e insignificante.
Con Noah tomado de su mano, inspiró profundo, tratando de mantenerse firme, mientras ambos atravesaban los amplios y bellos jardines de la villa. El pequeño, con ojos grandes y curiosos, miraba a su alrededor con asombro.
―Mami, ¿esta será nuestra nueva casa? ―preguntó Noah con una amplia e inocente sonrisa.
Jenna miró a su pequeño hijo y sonrió débilmente, mientras le acariciaba el cabello.
―Por un tiempo sí, cariño ―respondió en un suspiro, sintiendo los nervios y ansiedad a flor de piel.
Tratando de mantener la calma, Jenna tomó la mano de Noah una vez más y ambos subieron las escalinatas de mármol.
Una vez frente a la enorme puerta, Jenna tomó una gran bocanada de aire antes de tocar el timbre.
Apenas unos segundos después, la puerta se abrió de golpe, revelando a Madison Whitmore con una expresión de furia conte