Vamos de camino a la casa de Lucía a paso de tortuga porque el doctor dice que no puede ser imprudente con la salud de mi hijo. El doctor Malory se ha portado como todo un caballero en este tiempo que mi Nicco ha estado internado y le agradezco su amabilidad para con mi hijo. Mientras yo voy pensando en todo lo que ha sucedido veo por el retrovisor como Nicco le hace gracias al doctor y este se ríe de sus travesuras. Debo decir que su interacción me ha sorprendido, es que hasta los modismos le está copiando mi hijo. Se ven tan tiernos.
«Cómo me hubiera gustado que hubieras sido tú, mi Romeo, el que recibieras esas sonrisas y esos gestos»
— Hemos llegado… — me dice el doctor Malory, deteniendo la marcha del vehículo y me quedo sentada, sin siquiera moverme, pensando en lo que nos espera ahí dentro…
— Gracias.
— Tranquila, ahora bajaré la silla de ruedas y los implementos para instalar a Nicco. Tú, quédate tranquila.
El doctor se baja de la camioneta y hace lo que me había dicho, con ta