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Él ya está descansando p2

—No seas tonta, yo siempre estaré para ti. Le prometí a Doménico que los cuidaría y aunque sea desde el cielo seguiré cumpliendo mi promesa…

El llanto ya no me dejaba hablar, cuando escuché que la puerta se abría y era el doctor Malory quién entró.

—¿Y este muchacho tan guapo?

—Ho… hola. Soy Nathan Malory, vengo a revisar sus signos.

—¿Otro matasanos? ¡No, por favor!— ambos esbozamos una sonrisa y mi viejito puso su cara de enojo, aunque sabía que era una broma.

—Sigan tranquilos, hagan como que yo no existiera.

—Oye matasanos ¿Mi nieta te parece hermosa?

—Vecchietto…

—Solo pregunto…

—Sí, don Enrico, es muy hermosa— trágame tierra por favor.

—Pero ella está comprometida—dice mi viejito y el doctor Malory abre sus ojos como platos.

—No es lo que usted cree doctor—digo con la cara roja como tomate.

—Pues claro que no, ella tiene un compromiso con mi pequeño Nicco, están muy enamorados

— dice y le guiña un ojo al doctor.

—¿O sea que tengo competencia?

—Y una muy fuerte.

—¡Rayos!

—Ey, ya paren los dos.

Para ese momento, el doctor Malory estaba sentado en la cama con mi viejito y ambos me ignoraron, pero luego Enrico comenzó a toser y el doctor ajustó su medicación.

—Iré a buscar a Nicco— me dijo en tono preocupado y yo me asusté— Ya vengo, para que sigamos hablando de esta hermosa principessa —cuando el doctor salió de la habitación, mi viejito tomó mi mano y volvió a sonreír.

—Es un buen muchacho.

—No sé a qué te refieres viejito incordioso.

—Lo sabes, el te mira con ese destello en los ojos, como el que yo tenía con mi amada Lucía.

—Debes estar quedándote ciego, viejito, él… él no es como mi Romeo.

—Mi niña, deja el pasado atrás, él no volverá y tú con Nicco necesitan alguien que los ame como lo hago yo, sé que él los protegerá cuando yo me vaya.

—No lo digas, por favor…

—¡Nonno!

—¡Piccolino!— Enrico volvió a toser y el doctor Malory acercó a mi hijo junto a él, colocándolo recostado sobre su pecho.

—Tienes que descansar Nonno, ya es tiempo.

—Lo sé, mi hermoso ángel. Estoy cansado y ya quiero ver a mi Lu.

—Dile a papi que yo estaré bien y que Nathan me va a operar para que pueda pasar muchos añoa con mi mami.

—Lo prometo, si tú me prometes que serás un buen niño.

—Con todo mi corazón, Nonno.

—Te amo, los amo. No dejen sola a mi Lucía, sé que a veces se enoja conmigo porque me olvido de algunas cosas, pero prometo que jamás la volveré a olvidar.

—Pàpa…

—Ya este cuerpo quiere descansar y saben que es lo mejor ¿no?

—Sí, Nonno…

—Creo que echaré una siestecita.

—Descansa Nonno, yo velaré tu sueño…

Mi viejito cerró los ojos y empezó a respirar pausadamente. Lucía con lágrimas en los ojos lo arropó junto a mi hijo que no quiso separarse de él. Esa noche, fue su última noche junto a nosotros. Su última noche de lucidez y la última en que abriría sus ojos.

A las siete treinta de la mañana las máquinas comenzaron a pitar hasta que solo un sonido quedó sonando en nuestros oídos. El doctor Malory desconectó la máquina y luego tomó los datos junto a la enfermera. Mi pequeño se puso a llorar a mares y le empezó a costar respirar, el doctor dejó lo que hacía para estabilizarlo y debió sedarlo para que no siguiera agitándose. Lo tomó en sus brazos y lo llevó a la habitación contigua, mientras con Lucía y la enfermera lo preparamos para la llegada del servicio fúnebre.

A las Nueve de la mañana Val, Ethan y sus padres estaban en la casa, se sorprendieron al ver al doctor y lo reprendieron como un niño por haber sacado a mi hijo, no sé porqué pero me nació de la nada defenderlo y eso hice. Les grité que mi hijo tenía el mismo derecho que ellos para despedirse de su abuelo y que no tenían la cara para reprender al doctor si no sabían todo lo que había hecho para mantener a mi niño sin sobresaltos, a ambos no les quedó más que quedarse callados y aceptar la situación, pues su madre les dijo que si el doctor Malory había tomado la decisión era lo que correspondía y que agradecía que mi hijo estuviera con él en su descanso. Le preguntó al doctor si mi niño estaba bien y el doctor aseguró que todo estaba bien y con eso se zanjó el tema.

Cuando llegaron los del servicio funerario, ya nosotras lo habíamos vestido. El doctor Malory nos pidió salir de la habitación y con el dolor de mi corazón me despedí de mi viejito.

Luego tomamos una ducha rápida y Lucía le prestó un traje al doctor, es que hasta hubiera pasado por Enrico, pues le quedó a la medida, en mi caso fue Alma, la hermana de Val, la que trajo ropa para la ocasión y le agradecí pot el gesto. Ella me abrazó y lloramos como niñas chiquitas cuando sacaron en féretro. Para ese momento, mi hijo había despertado y estaba más tranquilo, puede que sea mi imaginación o los sedantes, pero su mirada era calma y con una pequeña sonrisa me hizo saber que estaba bien.

Cuando llegamos a la iglesia de nuestra señora de Pompeya, ya habían llegado algunas personas y parte de la numerosa familia Scott. Lucía y su marido comenzaron a recibir el pésame de todos los que llegaban y agradecían el enorme cariño de toda esa gente que llenó el templo. Nos sentamos cuando comenzó el responso y luego algunas personas quisieron decir algo.

Para cuando fue mi turno, Niccola se había quedado dormido en mis brazos y me levanté con él a hablar…

Mio caro vecchietto, non ci sono parole per ringraziarti per tutto l’amore che ci hai donato in così poco tempo. Eri la luce nella mia oscurità e fino al giorno in cui ci incontreremo di nuovo prometto che continuerò con la tua eredità e preparerò le tue deliziose ricette.

Goditi il cielo, quando arrivo voglio vederti felice con San Pietro.

(Mi querido viejito, no hay palabras para agradecerte todo el amor que nos diste en tan poquito tiempo. Fuiste la luz en mi oscuridad y hasta el día que nos volvamos a a encontrar prometo que seguiré con tu legado y prepararé tus ricas recetas.

Disfruta el cielo que cuando yo llegue te quiero ver feliz junto a san Pedro.)

Alma me sonrió y la escuché decir que mis palabras habían sido hermosas, pero que más iba decir que la pura y santa verdad.

Luego fue el turno de Thomas y me hizo recordar todos los momentos felices que había vivido con mi viejito, volví a llorar y el doctor Malory tocó mi hombro dándome unas palmaditas para que me tranquilizara , pero lo que me dijo mi hijo fue lo que más me llegó al corazón.

—Mami, el Nonno ya está descansando. Ahora es tiempo de seguir adelante por él y por nosotros…

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