—Ese Emery es un imbécil— sigo molesto por haber encontrado a ese idiota con Nicco y su mamá. Además, las miradas de Emeey a la bella mamá de mi paciente me tenían de un pésimo humor.
—Ay Nathan, bájale dos tonitos a tu discurso, solo di que te pusiste celoso porque Liam vino a ver a tu mafiosa.
—Deja de decirle así, idiota.
—No te pongas rojo mi rubio natural, recuerda tu corazoncito prestado.
—Me lleva… Ah, pero viste a Nicco como lo miraba, amé como ese niño defendía a ¿cómo es que le dicen ustedes a las princesas?
—¿Principessa?
—Eso, eso, principessa… Ah… hasta se escucha bonito.
—Estás realmente chalado amigo, Cupido te dio medio a medio.
—¿Tú crees? Es que yo de verdad no me lo explico.
—Te voy a hacer una pregunta y quiero que seas lo más honesto posible. Ah y no te enojes ¡Prométemelo!
—Okey, te lo prometo.
—¿Cuándo ves a la principessa de la camorra con qué cabeza piensas?
—¡¿Qué?! Es una broma ¿no?— digo en un tono más que molesto, es que ¿cómo a este bruto se le ocurre preguntarme eso? Aunque para ser honesto no lo había pensado.
La realidad es que veo a la señorita Piaggio como si estuviera frente a mi hermana y me nacen unas ideas locas de protegerla a ella y a su hijo, tenerlos en una jaula de cristal para que nadie les haga daño.
—¿Y? Sigo esperando a tu respuesta Malory.
—Pues la verdad es que no pienso con esa cabeza que piensas tú, idiota. más bien pienso con este tonto de acá que no deja de latir acelerado al saber que ella está cerca.
—Señor ¿Qué hice para merecer esto?— exclama mirando al cielo el insulso de mi amigo y a mí no me queda más que sonreír por las estupideces que digo.
Los días siguieron tranquilos, hasta que llegaron los resultados de los exámenes de Nicco y ups por desgracia debía ir a ver a su mamá, que conste que no me estoy aprovechando de la salud de mi paciente, ¡eso jamás! Pero no podía desaprovechar la oportunidad ¿no?
Fui directo a la sala común para encontrarme con ambos y me encontré con una hermosa imagen.
—Shuuuu, la pobre se quedó dormida, se nota que no ha descansado.
—¿Cómo te sientes?
— Menos cansado, no me cuesta tanto respirar y casi no he tosido.
—Eso es bueno, campeón. Ahora, deja que te tome los signos vitales mientras dejamos a la bella durmiente unos minutitos más.
—Oki doki, doctor.
Aprovechamos el rato en que lo estoy auscultando de conversar un poco, Nicco me cuenta que no tiene papá, pues murió antes de que él naciera y que las personas más cercanas para él era la gente del restaurante donde frecuentaban ir los Scott y creo al que había ido algunas veces con Ethan y Bruno, pero en todo este tiempo jamás la vi. Bueno, tampoco era de fijarme mucho, ahí el que era conocido por todos era don Enrico, el que nos preparaba la comida cada vez que íbamos.
Nicco me contó que don Enrico estaba mal de salud y los últimos días se le veía como apagado lo que le producía mucha tristeza, pues sabía que a su Nonno le quedaba poco tiempo. Ver a ese niño siendo tan maduro para su edad me impresionaba muchísimo y cada vez que platicaba más con él sentía que era verme como en un espejo.
.Ambos sufríamos de la misma enfermedad, no teníamos papás. Bueno, a lo menos el tenía a su madre y queríamos estar bien para que otros no sufrieran.
Entre medio de nuestra conversación vino Jacky, la chica que traía la cena de los niños y fue ahí que me di cuenta que se me había pasado la tarde conversando con Nicco, mientras nuestra bella durmiente seguía descansando. .
—¿Será que ya la despertamos?— le pregunto a Nicco y él me mira con sus ojitos suplicantes negando.
—Cinco minutitos más, por fis, se los merece.
—Han sido muchos cinco minutos mi querido amigo y debo hablar con ella sobre tus exámenes.
—¿Salieron malos no?—e quedé perplejo con su pregunta, pues no había tristeza en sus ojos, sino que resignación.
—Malos, como se dice malos no— miento un poco para que cambie su carita, pero la verdad era que el eco cardiograma era decidor, debía ser operado y pronto. Su condición no era de las mejores y ya su tratamiento farmacológico no estaba dando resultados.
—Me tendrás que operar ¿Cierto?
—Es lo mejor en tu condición…
En eso escuchamos el sonido de un teléfono y Gia se despertó de un sobresalto. Buscó el aparato por todos lados y al sacarlo contestó de inmediato.
—¿Lucia? ¿Qué?... ¡No, no, no puede ser cierto!... ¿Qué el doctor ha dicho qué?... Sí, sí, no te preocupes, veré que hacemos, pero estaremos ahí.
—¿Qué pasa mami?— pregunta Nicco, tomando mi mano, sus pulsaciones son más rápidas y eso me preocupa.
—Oh, mío príncipe tu Nonno está malito… — trató de ser suave, pero sus ojos la delataban, esos mismos que ahora me miran saliendo de su estado somnoliento—Doctor, no sabía que estaba aquí, perdón por dormirme, es que…
—Tranquila, Nicco me contó que estaba cansada, pero no se preocupe. Yo he cuidado muy bien a mi paciente.
—Doctor ¿ Con quién debo hablar para pedirle la salida a Nicco? ¿Usted puede?
—¿Qué? ¡por supuesto que no lo dejaré salir! Nicco recién viene saliendo de una severa crisis y a penas y lo hemos estabilizado— ella me pide que la acompañe afuera, a lo cual accedo, luego le dice a Nicco que debe hablar conmigo de un asunto importante y me dejo llevar por ella al pasillo que está fuera de la sala común.
—Doctor, el abuelo de mi hijo está muy mal y no le dan mucho tiempo, de hecho quién me llamó me dijo que no sabían si pasaba de esta noche.
—¿Y qué quieres hacer? ¿Ponerlo en riesgo?
—¡Dios, no lo sé! Solo quiero que mi hijo se pueda despedir de él, sé que si no lo hace puede que nunca me lo perdone— se aclara la garganta y baja la mirada, tengo claro que está aguantando el llanto, por lo quee decido a hacer algo inusual.
—Está bien, no le daré el alta, solo le daré un permiso y los acompañaré por si se produce cualquier complicación.
—No, doctor, no puedo aceptarlo. Usted debe tener otras cosas que hacer y…
—Y nada ya, mi horario terminó hace unas horas, solo que me quedé con Nicco conversando. Usted no se preocupe.
—Pero ¿y su familia?
—Estoy solo en estos momentos, los que se creen mis padres están en su luna de miel interminable y ahora no me toman en cuenta porque estsn cuidando a una de mis grandes amigas, así que ya ve, no tengo nadie que me espere. Ni perro que me ladre— por fin pude sacarle aunque sea una media sonrisa a esta mujer y eso calentó más este corazón prestado, lo que me hizo enternecer, pero debo ser cauteloso. Sé que con ellos no puedo jugar.
—Entonces acepto doctor, todo sea porque mi Niccola pueda estar con mi viejito.
—Perfecto, vaya preparando a Nicco que yo iré a hablar con la enfermera a cargo y preparar las cosas que necesitaré en caso de que sean necesarias.
—Gracias, gracias. De verdad doctor. No sabe cuanto se lo agradezco.
—No me lo agradezca, solo preocúpese de todo con Nicco que yo ya vuelvo.
Demoré cerca de treinta minutos en tener todo listo, incluyendo un DEA (desfibrilador electrónico portátil) y una mochila con los insumos necesarios, volví a la sala común y coloqué a Nicco en la silla. Entregué el pase de salida provisoria a Abi y dejé estipulado todo lo necesario si Nicco volviera a tener una crisis y debíamos traelo de urgencias. Rogaba porque no sucediera y que todo pasara tranquilo. Gia manejó la silla de Nicco, mientras yo los guiaba a los estacionamientos, los subí a mi camioneta y enfilé nuestrp viaje hacia Queens.
Esta noche sería larga y dolorosa para esta pequeña familia y yo estaría con ellos para poner mi hombro a su merced y procurar que mi querido paciente no sufriera más de lo que ya ha sufrido.