Mundo ficciónIniciar sesiónTe imaginas haciendo un trato con el chico nerd del instituto? Si, eso fue exactamente lo que hizo Emilia, desesperada por salvar las materias reprobadas -y posiblemente conseguir un auto nuevo si lo lograba-. Un trato que cambiaría su último año de instituto. Jeremy Renner, el más inteligente, y el menos popular, o como ella lo llamaba "El nerd", la ayudaría a pasar todas las materias. A cambio, Emilia, lo convertiría en un chico popular... y conseguir que la chica de sus sueños se fije en el. Parecía un plan perfecto, en el que ambos ganarían, pero algo pasó, algo inesperado. Y ahora Emilia tiene un problema mucho mayor que las materias reprobadas. ¡Emilia, no puede enamorarse de Jeremy, por una promesa a si misma, y porque tienen un estúpido acuerdo! Jeremy, no puede sentir nada por ella, porque él está enamorado de otra ¿Verdad
Leer másJusto en ese momento la puerta se abrió, dejando ver a mi madre con varias bolsas en las manos. Esa señora tiene una seria obsesión por las compras. —¡Ardilla! —mamá tiró las bolsas al piso. —¿Ardilla? —inquiro Amira sorprendida. Me levanté como loca. —¡Mamá, levanta tus bolsas! Acabo de trapear el piso. —Oh, lo siento, ardilla —mamá recogió las bolsas—. ¡Wow, ardilla, la casa está que brilla! —soltó una risita—. ¿Se dieron cuenta de que eso rimó? Pero qué mal educada soy. ¿Cómo estás, Jeremy? —Bien, señora Irma, ¿y usted? —saludó él educadamente. —Muy bien, cariño. ¿Y quién es esta hermosura? —miró a Amira, que se sonrojó. —Mucho gusto, soy Amira —se presentó—. Ayudaré a Emilia con química. —¿A Emilia? ¿Estás estudiando de verdad? —mamá me dedicó una mirada cargada de orgullo. Negué repetidamente. —¡No es cierto! —defendí—. No estoy estudiando. —Estudiamos hoy en la biblioteca —agregó Jeremy. El brillo en la mirada de mamá se intensificó aún más. —¡Mi ardilla es tan estu
Puro chantaje! Sonreí de lado. No la dejaría ganar.—Voy por el trapeador y el plumero.Mamá se encogió de hombros. —Tú te lo pierdes —subió a su habitación, y a los minutos bajó con su bolsa en las manos—. Diviértete limpiando, cariño —soltó una carcajada antes de cerrar la puerta. Subí a mi habitación y cambié mi ropa por un short corto y una blusa negra de tirantes. Tomé una pañoleta y la até en mi cabeza, preparada para la misión. Bajé al cuarto de lavado y puse a lavar la ropa. Luego fui a la cocina y busqué un delantal, al encontrarlo, lo até a mi cuerpo y me puse manos a la obra. Sería fácil. [... ] —¡Maldita mancha… quítate! —tallé más fuerte. Sin embargo, la mancha seguía ahí. Resoplé con frustración. Peleaba con una fea mancha que estaba en la ventana, tenía bastante rato pasándole un paño húmedo, pero no se quitaba. Me rendí. Solo me faltaba limpiar las ventanas. Ya había sacudido los muebles, y debo decir que estuve a punto de ahogarme con tanto polvo. También
—Esa chica falsa —miró disimuladamente, apuntándome con sus ojos. Seguí su mirada y me encontré con nada más y nada menos que Shantall Scort, sentada en la misma mesa que el profesor de literatura. —Hay rumores… —Amira se inclinó un poco y, de manera confidencial, contó—. Algunos dicen que la chica viene a la biblioteca porque sabe que el profesor siempre está aquí en el descanso. La muy descarada piensa que fingiendo ser inteligente el profesor se fijará en ella. —Es una cualquiera —agregué con desprecio. —Lo sé. Estoy segura de que si mi perro le muerde un pecho… pobrecillo, moriría por ingerir plástico, ya sabes… —hizo una mueca, señalando sus pechos, por supuesto haciendo referencia a los implantes. Solté una carcajada ante el comentario de Amira. Esta chica me agrada. —Mujeres tenían que ser, siempre hablando mal de otras —dijo Jeremy, rodando los ojos. —Tú cállate —lo calló la chiquita. Seguimos leyendo y estudiando hasta que el timbre volvió a sonar indicando que
—¡Todo! —exclamé dramáticamente—. Hasta mi cabello duele. Mire, lo toco. —Llevé mi mano a mi cabello—. ¡Ouch! ¿Ya vio? Ella asintió. —Bien, te daré una pastilla para el dolor. Ve a la cafetería y come algo. ¿O prefieres quedarte aquí un rato y descansar? —No, está bien, voy a caminar un rato. Ella asintió y me entregó una pastilla con un vaso de agua. La bebí y salí de ahí, dirigiéndome hacia el patio del instituto. El timbre del instituto sonó anunciando la hora de descanso. Le doy la última calada a mi segundo cigarrillo y lo tiro al suelo, pisándolo. Saco una menta y la echo en mi boca. Me dirijo a algún baño cercano, entro, lavo y seco mis manos. Salgo del baño y me doy cuenta de que estaba en el baño de hombres al ver la figurita en la puerta. Me encogí de hombros, restándole importancia. Empiezo a caminar hacia la biblioteca. Llego, entro y todos me ven raro. Busco al nerd con la mirada. Pronto lo encuentro sentado en una mesa al final del pasillo. Camino hacia él, p
Me levanté rápidamente de la cama. El tonto despertador no hizo su trabajo… y dormí más horas de lo permitido. Me duché rápidamente y me vestí con una camisa morada con estampado de calavera y letras de fuego, un jean azul roto de las piernas, tenis negros y una chaqueta negra. Peiné mi cabello con los dedos y lo até en una coleta alta. Apliqué un poco de labial morado en mis labios y un poco de rímel en mis ojos. Tomé mi mochila, la colgué en mis hombros y bajé las escaleras. Miré mi reloj de muñeca: solo tenía 15 minutos para llegar al instituto… el cual queda a 30 minutos de mi casa. Antes de irme busqué a mamá en la cocina, pero no la vi. Luego escuché unos ronquidos arriba y me di cuenta de que aún duerme. ¡Qué envidia! Salgo de casa, no sin antes cerrar la puerta, y empiezo a correr como loca. Por suerte llego a tiempo. Mi primera clase es literatura, así que camino a mi aula. Entro y el profesor aún no ha llegado. Busco un asiento libre y solo encuentro uno detrás de Sh
Jeremy se dio con el libro en la cabeza y soltó un chillido de frustración.—Emilia, ¡ya te lo dije tres veces! —exclamó desesperado.—¡¿Y qué te cuesta decírmelo una vez más?! —grité también—. ¿No ves que tengo memoria a corto plazo?Jeremy negó con la cabeza repetidas veces y luego se quitó los lentes, dejándolos sobre la mesita de tareas. Se veía tan sexy con esos lentes, y sin ellos se veía aún más lindo.Sacudí la cabeza y esfumé esos pensamientos.¿Qué diablos estoy pensando? Tengo hambre. Sí, debe ser por eso; el hambre me hace alucinar.Me levanté del sofá.—¿Tienes hambre? Puedo prepararte un sándwich, o si quieres te traigo un refresco. Tengo jugo de naranja también.—Un refresco, por favor.Asentí y caminé hacia el refrigerador. Saqué un refresco de limón y tomé un poco de jugo de naranja en un vaso.—Aquí tienes —le entregué su refresco.—Gracias.—Ajá, como sea.Jeremy empezó a beber de su lata.—Emilia, estás muy perdida en matemáticas. Deberías estudiar más.¿Estudiar?
Último capítulo