capitulo 6

—¡Todo! —exclamé dramáticamente—. Hasta mi cabello duele. Mire, lo toco. —Llevé mi mano a mi cabello—. ¡Ouch! ¿Ya vio?

Ella asintió.

—Bien, te daré una pastilla para el dolor. Ve a la cafetería y come algo. ¿O prefieres quedarte aquí un rato y descansar?

—No, está bien, voy a caminar un rato.

Ella asintió y me entregó una pastilla con un vaso de agua. La bebí y salí de ahí, dirigiéndome hacia el patio del instituto.

El timbre del instituto sonó anunciando la hora de descanso. Le doy la última calada a mi segundo cigarrillo y lo tiro al suelo, pisándolo. Saco una menta y la echo en mi boca. Me dirijo a algún baño cercano, entro, lavo y seco mis manos. Salgo del baño y me doy cuenta de que estaba en el baño de hombres al ver la figurita en la puerta. Me encogí de hombros, restándole importancia.

Empiezo a caminar hacia la biblioteca. Llego, entro y todos me ven raro. Busco al nerd con la mirada. Pronto lo encuentro sentado en una mesa al final del pasillo. Camino hacia él, pero me detengo al ver que a su lado está sentada una chiquita con cabello castaño, enormes lentes y ropas extrañas.

Era muy hermosa, pero… era una nerd.

Jeremy me hizo señas con las manos, así que camino hacia ellos. Llego y me siento en una silla frente a ellos.

Jeremy se inclinó un poco sobre la mesa y me olfateó. —Hueles a cigarrillos.

—Tú hueles a talco para bebés y nadie te critica, viejo —contraataqué.

La chiquita soltó una risilla. La miré.

—Emilia, ella es Amira —apuntó a la chica sentada a su lado—. Es una amiga y también es, bueno… un monstruo en química. Y bueno, le he pedido que me ayude a ayudarte ya que la química no es muy mi fuerte —explicó.

—Hola —saludó eufórica—. Te he visto en clase de química y veo que realmente eres pésima —soltó una risita—. Si la maestra no te hubiera detenido la otra vez, probablemente hubieras explotado la escuela. En fin, Jeremy me pidió ayuda con eso y pues acepté porque me gusta ayudar a los demás. También me gusta leer, cantar, dibujar, comer helado y…

—¡Dios! ¿No tienes un botón de apagado? —exclamé desesperada—. Hablas más que mi madre.

Jeremy se rió fuerte.

—Lo siento —se disculpó la chica. El color carmesí invadió su rostro, dándole un toque de inocencia.

—Bueno, señoritas, empecemos —aplaudió Jeremy—. Emilia, toma estos libros y léelos, toma apuntes y si no entiendes algo, me preguntas, ¿va?

Asentí.

—Ah, también quería preguntarte si hoy por la tarde puedo llevar a Amira conmigo para que ella te explique sobre química.

“¿Dos nerds súper inteligentes, para mí solita…? Mamá, es mejor que vayas a ver modelos de autos pronto” pensé.

—Por mí no hay problema —me encogí de hombros.

—¡Genial! —exclamaron ambos.

Estudiamos un rato. Mi cabeza estaba a punto de explotar. Es en serio… no puedo creer que estos chicos tomen un libro y lo lean así como así. Yo ni siquiera podía concentrarme, tanto silencio me abrumaba.

—La odio —declaró Amira de pronto, sin levantar la mirada del libro.

—¿A quién? —pregunté curiosa, queriendo concentrarme en cualquier cosa menos en leer.

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