—¿Qué sucede? —preguntó Demian, notando la tensión marcada en el rostro de Lucas.
Su amigo colgó la llamada de inmediato y lo miró con seriedad.
—Tu tío está en la empresa… reunió a la junta. Tengo un mal presentimiento —advirtió, con la mandíbula apretada.
Demian sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sabía perfectamente lo que eso significaba. Rolando estaba jugando sucio otra vez.
—Está actuando a mis espaldas, como siempre —murmuró con rabia contenida.
—Rolando te odia, Demian —respondió Lucas con evidente molestia—. Le quitaste a su amada esposa… ¿qué esperabas? Y lo peor es que esa mujer ni siquiera lo vale.
—¡Date prisa! —le ordenó al chofer, cuya mano tembló al pisar el acelerador.
Rolando era un cáncer dentro de la empresa. Nunca sumaba, solo se alimentaba del caos, disfrutando verlo arder todo.
Minutos más tarde, Demian y Lucas cruzaron las puertas del edificio principal. Los empleados evitaban sus miradas, los pasillos parecían llenos de murmullos invisibles. La sala d