Demian se encontraba sentado en su despacho con las manos extendidas sobre el mueble color caoba.No estaba interesado en conocer a su supuesta esposa, ¿quién en su sano juicio se casa con un hombre roto? Pensó para sí mismo, estaba molesto y no pensaba ocultarlo.La puerta del despacho se abrió, levantó la mirada y allí estaba esa mujer, su mayor pesadilla, no estaba interesado en conocerla, menos en saber su nombre, era realmente insignificante.Su cabello oscuro caía desordenado sobre su frente, arqueo una ceja con desinterés y volvió su atención a su computadora.—Así que tú eres la mujer que mi madre ha decidido imponerme como esposa —dijo con voz ronca y áspera —no me interesa saber tu nombre, ni siquiera saber quién eres.Mariam cruzó los brazos, al parecer las personas tenían razón en cuanto a ese hombre, era grosero y un completo imbécil.—No te cruces en mi camino, estoy enamorado de alguien más, me imagino que mi madre se lo dijo. –una risa seca abandonó sus labios —si n
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