¿Qué estarías dispuesta a hacer por alcanzar tu sueño? Emily Daniel es una joven que sueña con ser una modelo reconocida, siempre ha soñado en grande, pero las oportunidades no han llegado a su vida. Mientras le da tiempo al tiempo, ha trabajado en múltiples oficios para sobrevivir, entre esos, como camarera en un fino restaurante. Lo que Emily no sabe, es que en uno de sus “tranquilos” turnos, tiene un pequeño accidente con un importante y complejo cliente, que hace que la despidan de manera injusta, su nombre es, Benjamín Jones. Benjamín, es CEO de una compañía reconocida. Este empresario respetado, suele ser frío y arrogante, meticuloso y calculador; casi todo lo prevé, menos el inesperado reencuentro con un amor de su pasado. Sus planes y su presente se ven inestables porque sus emociones se vulneran por la presencia de aquella mujer. En una medida desesperada, toma decisiones apresuradas y termina contratando a una novia temporal. Cuando jamás pensó volver a cruzarse con Emily la “tonta” y “torpe” camarera, termina involucrándola en su vida para que finja ser su pareja, a cambio de eso, él le ayudará a cumplir su sueño de ser una reconocida modelo. ¿Aceptará Emily aquella propuesta? ¿podrán los dos hacer que funcione a pesar de que son de personalidades diferente? ¿Cuánto tiempo se puede fingir algo que con el tiempo comienza a sentirse real? Entre dudas, atracción y oportunidades, Emily deberá decidir si está dispuesta a jugar un papel que podría costarle más de lo que está dispuesta a perder.
Leer másPOV Emily
Sonreí y di un paso al frente al escuchar mi nombre, estaba muy segura de mí. En las fases anteriores del casting me fue muy bien, estaba confiada de que ese último cupo era mío, hasta que lo vi.
Él, Benjamín, “la cucaracha” estaba sentado en la mesa de jurados, con esa misma mirada llena de arrogancia. Sus ojos llegaron a los míos y el asombro fue mutuo.
—¿Tú? —susurré horrorizaba.
—Vaya —dice en tono serio—. Al parecer el destino nos ha cruzado de nuevo.
Mis esperanzas empezaron a caer de picada.
Una semana antes.
Tenía mis codos apoyados a la ventana de la cocina, miraba hacia afuera los autos que pasan de un lado al otro. Suspiré profundo y dejé que mi mente volara.
—Emily, clientes en la mesa cinco.
Estaba soñando despierta, así que mis sentidos estaban perdidos en mis pensamientos.
—¡Emily!
Reaccioné de un brinco y me volteé a ver a Dominica.
—¿Qué sucede? Casi me matas del susto.
Toqué mi pecho y sentí mi corazón acelerado.
—Clientes, mesa cinco ¡rápido!
Asentí y tomé mi delantal.
Debería estar caminando en una pasarela en este momento, pero no, estoy caminando a tomar la orden un nuevo cliente.
Sé que, si mis padres ven lo que ahora hago, estarían muy tristes y no los culpo, les he mentido todo este tiempo.
—Muy buenas tardes, bienvenidos a Maison Étoilée. Mi nombre es Emily y los atenderé este día. ¿Desean la carta o saben que van ordenar?
—Oh, gracias. La carta, por favor.
Era una pareja, una muy elegante pareja.
—Volveré en un momento.
Hace un año decidí mudarme a New York, completamente sola, no conocía muchas personas, con algunos temores, pero con la certeza de que aquí iba a lograr lo que tanto quería. En mi cabeza las cosas serían distintas; no es un misterio, me gusta soñar en grande, así que todo lo pintaba más emocionante, pero no todo ha salido como lo planeé, hubo algunos problemitas de logística, como suelo llamarle para no asustarme, o quizás algunos imprevistos, pequeños asuntos que al final, me hicieron parar aquí.
Maison Étoilée es un restaurante con dos estrellas Michelin, llevo ocho meses trabajando en este lugar y es lo más estable que he logrado encontrar.
—¿Ya saben que ordenar?
La bella dama me sonríe y asiente. El hombre de la mesa toma la palabra y dice:
—De entrada, una tarta de atún rojo con perlas de mango y reducción de soya y sésamo.
Tomaba nota sabiendo que solo la entrada cuesta lo que pago en el lugar donde vivo.
—¿Con que lo desean acompañar?
—Champagne brut —responde el hombre.
—Yo quiero vino blanco —menciona la chica con acento recatado.
El plato fuerte de la pareja fue un filete de res en salsa de trufas que es de los platillos más costosos de la casa. Lo he probado porque el chef suele alimentarme de vez en cuando, ¿y no entiendo? ¿por qué puede ser tan costoso? Es solo carne, puré de coliflor y espárragos.
Trabajar en este lugar es muy tranquilo, en ocho meses que llevo en este lugar no he tenido altercados con mis jefes o compañeros, menos con los clientes, todos han sido amables y muy generosos con las propinas.
Miraba desde lejos a la pareja y me preguntaba, ¿Cómo se puede tener ese estilo de vida? Pedir comida de una carta sin fijarse en los precios.
—No es tan guapo, no sé por qué no dejas de mirarlo —menciona Dominica.
—No lo miro a él, la miro a ella. ¿Ves ese vestido? Es una pieza del diseñador francés, Adrien Noel.
—¿Quién?
—Olvídalo.
He soñado con ser modelo, desde muy niña he tenido esa meta muy clara en mi cabeza. Tantas son mis aspiraciones que he defraudado a mis padres varias veces. Pues, hace unos años atrás fui a la universidad y luego decidí retirarme; mi padre casi se infarta, había invertido parte de sus ahorros en mis estudios, pero no quería ser una aburrida contadora, no nací para estar en una oficina, yo nací para estar en frente de los lentes de las cámaras.
El servicio termina y mis tobillos ya no podían más, estaba muy agotada. Mi lugar de trabajo es muy tranquilo, aunque hay día con muchos comensales, pero eso también es bueno, son más propinas.
—¿Te vas? —preguntó mi compañera.
—Sí.
—Vamos juntas, también voy saliendo.
Caminábamos un par de cuadras para tomar un autobús, el restaurante estaba en el centro de la ciudad mientras que el lugar en el que vivo rentada, está un poco más retirado, en una localidad no tan agraciada. En realidad, es un viejo edificio.
—¿No tienes más de eso que haces?
—¿Te refieres a las fotos?
Negué con mi cabeza.
—Espero pronto me llamen, hice casting para mil campañas.
He trabajado para un par de tiendas, me pagan por modelar sus prendas y hacer algunas fotos para sus páginas y redes, luego regreso a casa y espero a que tengan una nueva colección, pero no es algo estable, no es algo de lo que aún pueda vivir.
Aquí en New York no tengo contactos, por lo que no he tenido mucha suerte en las campañas de marcas importantes, pero no voy a rendirme, por ahora seguiré en el restaurante, haciendo fotos para pequeñas marcas y haciendo mil castings más.
—Es tu parada —dice Dominica señalando por la ventanilla.
El bus se detiene y me despido de ella, sin saber que sería la última vez que compartiríamos la misma ruta de regreso a casa.
Llegué al edificio y fui hacia las escaleras, hay elevadores, pero no funcionan. Con mi lengua colgada en el pecho por el cansancio, llegué al piso número cinco. Mientras buscaba entre mis bolsillos las llaves del departamento, escucho mi móvil.
—¿Hola?
—Mi hija, la niña más hermosa.
—Oh, mamá.
Abrí rápidamente la puerta y entré, no quería que mi vecino el ruidoso apareciera y me hiciera quedar mal ante mi madre.
—¿Cómo estás, mi niña? ¿Ya llegaste a tu casa?
—Sí, ya llegué. Justo ahora estoy dejando el abrigo en el perchero, encendiendo las luces y caminando hacia el balcón.
En realidad, no tengo un abrigo, sino una camisa de mangas largas que sueño dejar en el único sillón que tengo, no enciendo las luces para ahorrar energía y la vista de mi balcón es una mi*erda.
—¿Qué tal estuvo tu día?
—Muy bien, mamá. Estuve por fuera toda la mañana, estuve haciendo algunas pruebas de maquillaje para la… para la nueva marca con la que estoy trabajando.
—¿Cuál marca es?
—Bueno, es…
Miré una revista en la mesa de centro y mentí una vez más.
—MacPro Cosmetic.
—Vaya, se escucha muy profesional. Mi hija es la mejor de todas.
Solté una pequeña carcajada que fingí.
—¿Ya cenaste?
—Sí, ya cené.
Miré el recipiente con la comida que traje del restaurante.
—Oh, eso me hace feliz.
—Sí, mamá.
—Bien, hija. Solo llamé para saludarte, tu padre y yo queríamos saber cómo estabas.
—Estoy muy bien, no deben preocuparse por nada. Dile a papá que le enviaré dinero estos días.
—Gracias, mi niña.
La llamada termina y siento como la comisura de mis labios se cae lentamente.
No me siento bien mintiéndole a mis padres, todo lo contrario, mi corazón se destroza cada que ellos me dan un halago, pero no quiero decepcionarlos más.
Papá trabajaba para una constructora, pero empezó a tener problemas de salud y se vio obligado a retirarse, desde entonces, mamá y él trataron de hacer lo posible por darme un futuro prometedor, usaron sus ahorros, pero tomé decisiones y ahora enfrento las consecuencias.
Las dificultades económicas en casa no dejan de aparecer, pero trabajo todos los días para ayudarlos y se sientan respaldados y orgullosos de mí.
Me senté a comer lo que traje del restaurante, y cuando el tenedor con el pedazo de carne de res iba llegando a mis labios, alguien toca la puerta.
—Ay no —dije entre dientes viendo la sombra debajo de la puerta.
—Señorita, ¿está en casa?
Tapé mi boca y contuve mi respiración.
—He venido por la renta. ¡Señorita!
Mordía mis labios avergonzada, pero aún no tengo el dinero, lo que tengo debo enviarlo a casa.
Pensé en quedarme callada, pero la señora Marilyn no se iba.
Me levanté y arrastré mis pies a la puerta, la abrí y quise sonreír, pero la cara de la mujer indicaba molestia.
—Buenas noches.
—Hasta que abre la puerta. He venido todas estas noches.
—¿De verdad? No estuve aquí, bueno, sí estuve, pero he llegado muy tarde del trabajo.
—Vine por el dinero de la renta.
Hice una expresión de confusión.
—¿Ya? ¿Qué fecha es?
—Estamos a veinte y su mes acabó el quince.
—¡¿De verdad?! ¡oh, cielos! Que despistada soy, no me había dado cuenta que… han pasado cinco días, que vergüenza con usted. Deme un momento.
Me di la vuelta y mostré mi angustia, contuve más aire y volví a verla.
—Acabo de recordar que no he retirado nada de dinero.
—Recibo transferencias bancarias.
—Mi móvil no sirve.
—Puedo ir por un dat…
—No tengo aquí mis tarjetas bancarias, pero mañana prometo darle el dinero.
Sonreí a la casera y esta no sonríe, por lo que debo borrar mi sonrisa de mi cara.
—Mañana vendré, sino tienes el dinero, entonces te vas.
Asentí como si estuviera tranquila, pero en realidad por dentro estaba angustiada.
Cerré aquella puerta llena miedos, pero no iba a acostarme con angustias.
—Tranquila, vamos a estar bien —yo misma me daba ánimos—. Mañana será un buen día, habrá más comensales, te darán más propinas, hablaremos con los jefes y ellos te adelantarán algo de dinero. Antes te han ayudado, tranquila.
Me di yo misma golpecitos de espalda y me animé.
Esa noche estaba segura de que la mañana siguiente estaría todo bien, pero una vez más, mis planes no se ponían de acuerdo con el destino, la vida, con la suerte, con nada. Al parecer, la mentira de llevar una doble vida, estaba cayendo con su propio peso.
POV BenjamínMe gustaba verla temblar por mí, saber que yo produje esto, me hacía sentir bien. Quiero siempre dejarla de esta manera.La cargué y dejé que rodeara mi cuerpo con sus piernas, la llevé a la cama y empecé a desnudarla por completo, ya quería verla desnuda.Cuando aquel vestido quedó en el piso de la habitación, sentí como sus manos reposaron en mi pecho, pero no para sentirme, sino para desnudarlo.Sus dedos fueron abriendo los botones de mi camisa, tragaba sonoramente, la dejé desnudarme si eso era lo que quería.Ella desliza la camisa por mis brazos mira mi pecho y muerde sus labios. Sentí sus manos en mis pectorales, también sus uñas bajando por mi abdomen.—No lastimes mi corazón —dice mirando a los ojos.—No lo haré.Sus manos llegan a mi pantalón, me sentía nervioso por algo tan sencillo como esto, pero que sea ella quien lo haga, me estremece.Mis manos traviesas tocaban sus pechos mientras bajaba el cierre de mi pantalón. Tocaba sus pezones, los apretaba y jugaba
POV BenjamínSentía que, si esta noche no lográbamos llegar a un acuerdo, terminaríamos muy mal. Mi padre decía que jamás podría acostarse molesto con mi madre, que siempre, al salir el sol, los problemas ya debían ser aclarados.Emily trató de esquivarme nuevamente, pero no pude dejarla ir.—Yo sé mejor que nadie como inició todo. No hace falta mencionarlo. Entiendo tus temores y no quiero invalidar tus sentimientos. Tengo responsabilidad afectiva, no me hago el desentendido con tus dudas o peticiones. Solo necesito que… Dios, es que es fuerte, esto que me haces sentir es… es diferente porque hay muchas emociones nuevas en mí. Dame un poco de tiempo, pero no me pidas que me aleje, porque no puedo.—Claro que puedes.—No.Tomé su cintura y sentí su espalda desnuda.—Quiero hacerte el amor —susurré en su boca—. Quiero hacerte mía.Ella cierra sus ojos y siente el roce de mis labios.—Por favor, no me hagas esto.—No, tú no me hagas esto. No te alejes.—Hablas por un deseo carnal, Benja
POV BenjamínNo me negaba a darle una respuesta, no lo hacía por confundirla o jugar con ella como se lo imagina. Lo hago porque necesito tener seguridad del nombre exacto de lo que siento, para así no empeorar las cosas.No quería que ella tomara la decisión de alejarse, todo lo contrario. Me tomó por sorpresa, no me había dado cuenta que no estoy listo para dejar a esa mujer.—¿Qué dijiste?—Lo que escuchaste.Tomé su muñeca y la pegué más a mí, hice que me viera a la cara y me repitiera eso que había salido de su boca.—Quiero que repitas lo que acabas de decir ¡Carajo!—Si quisiera hacerte enojar, si yo actuara de la manera en que tú piensas, yo estaría en un hotel con ese hombre en este momento y no aquí, discutiendo con alguien con quien no tengo nada.—No te atrevas a repetir eso de nuevo.—¿Por qué? Estoy en la libertad de expresar lo que quiero. Aquí, debo recordarle que esto que tenemos, es un acuerdo firmado, señor.En sus ojos veía que solo quería retarme.—Eres jodidament
POV BenjamínSu actitud no fue de mi agrado, me molestó que simplemente se fuera. Era obvio que estaba molesta y me quería fastidiar.—Emily, espera, estamos hablando y…Ella suelta mi mano y sale del lugar del evento, hay persona saliendo con nosotros, por lo que no fui tan evidente, no quiero que vean que estamos peleados, mucho menos mis padres.—¿Por qué carajos haces esto?Hice la pregunta entre dientes.—Sus padres nos miran, será mejor que se tranquilice.Ella desliza su mano por mis mejillas y me sonríe.—En casa hablaremos, Emily Daniel.—Claro, cariño.Forcé una sonrisa y dejé que se alejara de nuevo.Subimos al auto y traté de acercarme, pero ella sabe cómo disimular su manera de tomar distancia.—El evento fue increíble, estoy orgullo de ti, hijo.Mi madre toma mi mano y luego, mira a Emily.—Tú también lo hiciste grandioso, las imágenes están grandiosas. Tu presentación fue… Eres muy hermosa. ¿Vieron que todos tenía sus ojos en ella?Aclaré mi garganta y me acomodé en mi
POV Benjamín.Mis pasos rápidos mostraban el afán por salir de aquel salón, la llevaba conmigo hacia un jardín que está afuera. Rodé la puerta de cristal y tan pronto salimos, la tomé de la cintura, la pegué a una pared y la besé.Estaba deseoso de ella, tenía muchas ganas de hacerla mía, en aquel beso creo que se lo he demostrado. De estar en casa, ya estaríamos desnudos.Solté sus labios cuando me faltó el aire, pero me quedé pegado a su rostro. Mis labios rozaban los suyos, mi nariz estaba pegada a la de ella, era increíble la conexión, el deseo, el placer que ella despertaba en mí.Iba por su boca una vez más, pero ella apartó su mirada.—Espera…—¿Qué pasa? no hay nadie aquí, podemos…—No, no es eso. Es que, yo…Ella intenta bajar su mirada, pero tomo su mentón y la hago verme.—¿Qué pasa?—Benjamín, ¿yo te gusto?En su mirada en el tono de su voz, sentí un poco de preocupación.—Sí, de no gustarme no estaría aquí ahora ¿no crees?—Sí, pero me refiero a… si te gusto de verdad, no
POV BenjamínEl gran día había llegado, el lanzamiento de Velvet Gaze, mirada de terciopelo, se realizaría esta noche.—Creo que ese vestido te queda precioso —escucho a mi madre desde el pasillo.Las mujeres de la casa se están arreglando con el equipo de estilistas de la compañía.—Ya me acostumbré a tener que esperar una hora cada que voy a salir con tu madre —menciona papá caminando hacia las escaleras con un libro—. Me tomo mi tiempo, no la afano tampoco, se molesta y ya no querrá salir… mujeres.Él levanta sus hombros y sigue bajando las escaleras.Caminaba en el pasillo de un lado a otro, no quería entrar a la habitación donde ellas están para que no sientan que las estoy presionando.Miraba mi reloj y aún teníamos tiempo, pero no quería confiarme tampoco.—Muchachos, ¿les falta mucho?—No, ya estamos casi.Mi madre se asoma al pasillo y me sonríe.—Yo estoy lista, solo le hacen un par de retoques a Emi. ¿Tu padre está listo?—Está abajo.—Leyendo ¿verdad?—Sí.Ella sonríe y ba
Último capítulo