Tras la Ruptura, su Ex Cuñado la Mima sin Límites

Tras la Ruptura, su Ex Cuñado la Mima sin LímitesES

Camila Espinoza  Recién actualizado
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Resumen
Índice

El día que Estrella Zelaya cumplía veinticinco años, su novio Juan Quiroz colocó el anillo de compromiso en la mano de otra mujer. Le pidió que fuera comprensiva y cediera su celebración de cumpleaños a la mujer que ahora abrazaba. "Perfecto", pensó ella, "entonces también te cedo a ti como novio". Estrella propuso terminar la relación, pero Juan no le dio importancia. Incluso apostó con sus amigos que en menos de tres días ella regresaría suplicando su perdón... Sin embargo, lo que recibió fue a Estrella del brazo de su tío Daniel, lanzándole el certificado de matrimonio en la cara: —Cariño, sobrinito, ¿por qué no me llamas "tía"?

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Capítulo 1

Capítulo 1

En el salón privado del hotel.

Frente a una torre de champán de diez niveles, Juan abrazaba a su nueva asistente mientras cortaban un pastel de cumpleaños, con sus dedos firmemente entrelazados.

Al ver entrar a Estrella, no mostró ni un ápice de culpa; al contrario, habló como si todo fuera perfectamente normal.

—Diana cumple el mismo día que tú. Está sola, lejos de su hogar y sin amigos, así que decidí cederle tu celebración. Te compensaré con otra fiesta en un par de días.

La sonrisa de Estrella se congeló, mientras su mano apretaba lentamente su bolso.

Hoy cumplía veinticinco años, y Juan le había prometido pedirle matrimonio este día.

Se había puesto especialmente el delicado vestido blanco que él le había regalado, arreglándose meticulosamente para la ocasión. Sin embargo, al presenciar esta escena, sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría.

El anillo de compromiso que ella había elegido tiempo atrás —un diamante rosa de tres quilates— brillaba resplandeciente en la mano que Juan sostenía.

Los ojos de Estrella dolían ante esa visión. Se acercó a Juan, respiró profundamente y señaló la mano de Diana Montealegre:

—¿Y ese anillo?

Juan se encogió de hombros con indiferencia:

—Fue algo inesperado, no tuve tiempo de preparar un regalo. Como a Diana le gustó, se lo di.

Pero ese era el anillo que ella había esperado durante tres años, el que había elegido cuidadosamente...

Estrella escuchó claramente cómo se rompía su corazón. Sus ojos se enrojecieron inevitablemente y con voz quebrada preguntó:

—¿Y yo qué, Juan? ¿Qué soy para ti realmente?

Juan chasqueó la lengua con impaciencia:

—¿Por qué eres tan inmadura? ¿Cuántos cumpleaños he celebrado contigo desde que éramos niños? ¿Qué te cuesta cederle uno a Diana?

¿Ceder? ¿Por qué siempre tenía que ser ella quien cediera?

Juan había interceptado un contrato que ella estaba a punto de cerrar solo para mejorar la posición de Diana en la empresa.

Permitió que Diana le derramara café encima y se burló de ella por hacer un drama.

Incluso cuando Diana cometía errores, era Estrella quien debía arreglarlos, con la excusa de que "los más capaces deben trabajar más".

Durante todos estos años, ¿qué había sido ella para Juan? ¿Acaso cualquier persona era más importante que ella?

Con lágrimas nublando su visión, Estrella intentó conservar su última pizca de dignidad y se dirigió al baño.

Afuera, algunos amigos comenzaron a mediar.

—Juan, esta vez te has pasado.

—Sabías lo importante que era esta propuesta para Estrella, y aun así trajiste a tu asistente para provocarla.

Juan colocó metódicamente un trozo de pastel en un plato y se lo entregó a Diana.

Diana, con un destello de satisfacción en los ojos, levantó la mirada fingiendo nerviosismo:

—Señor Quiroz, todo es culpa mía. No debí venir a molestar a la señorita Zelaya. Le pediré disculpas más tarde...

Juan palmeó el hombro de Diana como para consolarla:

—No tiene nada que ver contigo. Es ella quien tiene el corazón pequeño. Ya era hora de que corrigiera ese mal hábito suyo de hacer dramas por todo.

—Juan, ¿no temes que Estrella se enoje de verdad y rechace tu propuesta? —preguntó uno de los amigos.

Juan exhaló un anillo de humo y soltó una risa despectiva, como si hubiera escuchado un chiste.

—Ella ha querido casarse conmigo desde que éramos niños. Se muere por llevar el título de señora Quiroz. ¿Cómo podría rechazarme?

—Si no fuera tan complaciente y obediente, ni siquiera tendría el privilegio de estar a mi lado.

Sus palabras fueron recibidas con vítores.

—¡Ese es nuestro Juan! Hasta la reina de belleza de la Universidad de Costa Azul tiene que rendirse ante él.

—¡Juan, enséñanos tus trucos cuando tengas tiempo!

—¡Ja! Primero necesitas una mujer que esté completamente enamorada de ti.

Todo el círculo aristocrático sabía que Estrella era como la sombra del príncipe heredero Juan.

Con tres años de diferencia, habían crecido juntos. Estrella lo siguió a la Universidad de Costa Azul y se quedó allí por él.

Para ayudar a Juan en los inicios de su empresa, Estrella abandonó su amada especialidad en piano y aceptó gustosamente ser su asistente. Por un solo contrato suyo, era capaz de hacer horas extras durante un mes entero, incluso bebiendo en eventos sociales hasta desarrollar una hemorragia estomacal.

Los amigos del círculo decían que Estrella amaba a Juan hasta el punto de perder su propia identidad.

Juan estaba tan seguro de que Estrella nunca lo dejaría que se permitía maltratarla sin límites.

De pie en el baño, Estrella se tapó los oídos y miró a la mujer del espejo, con los ojos enrojecidos y el rostro pálido, esbozando una sonrisa más dolorosa que el llanto.

—Estrella, han pasado diez años... ¿cuándo dejarás de humillarte?

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