Capítulo 4
—Entonces no lo haremos —respondió el hombre con voz profunda y un tono helado.

Miguel cerró la boca sin atreverse a decir una palabra más, y en silencio fue a abrir la puerta del coche.

[...]

Cuando Juan llegó a casa, ya era de madrugada.

Con pasos tambaleantes, nada más entrar comenzó a gritar:

—¡¿Dónde está Estrella?! ¿No ha venido a disculparse? ¡Dile que me prepare una sopa para la resaca!

Después de gritar un buen rato, el ama de llaves salió de la habitación interior.

—Señor, la señorita Zelaya no está aquí.

Juan frunció el ceño con incredulidad. Sacó su teléfono y vio los mensajes que le había enviado a Estrella pidiéndole que le preparara una sopa para la resaca, pero no había respuesta alguna.

Muy bien, muy bien.

¡Estrella, cómo te atreves a no responder mis mensajes!

Furioso, Juan arrojó el teléfono sobre la cama, con una expresión terrible en el rostro.

Al ver esto, el ama de llaves preguntó con cautela:

—Señor, ¿quiere que le prepare una sopa para la resaca ahora?

—No es necesario. ¡Fuera! —gritó Juan. El ama de llaves se retiró inmediatamente, cerrando la puerta tras ella.

[...]

Cuando Estrella despertó, ya era la mañana siguiente. El olor penetrante del desinfectante recién rociado en la habitación del hospital le hizo fruncir el ceño involuntariamente.

Entrecerró los ojos para adaptarse a la luz de la habitación y vio una alta figura de pie junto a la ventana.

Estrella se sintió momentáneamente confundida, con una chispa de alegría en su corazón, y dijo con voz ronca:

—Juan.

El hombre que estaba junto a la ventana, al escuchar su voz, pareció tensarse por un momento. Luego se dio la vuelta y la miró con expresión fría.

A contraluz de la ventana, las sombras perfilaban nítidamente su rostro, y la sombra de sus pestañas caía sobre sus ojos, acentuando aún más la intensidad natural que irradiaba.

Cuando Estrella distinguió claramente el rostro del hombre, la esperanza en sus ojos se desvaneció al instante, y su rostro palideció notablemente.

—Tío, ¿qué hace usted aquí?

Resultó ser Daniel, el tío de Juan.

—¿Decepcionada de que sea yo? —preguntó con voz fría y un tono ligeramente burlón.

Daniel ya estaba frente a ella, su imponente figura envolviéndola.

Estrella siempre le había tenido respeto y temor. En ese momento, su expresión se tensó involuntariamente, aunque intentó mantener la calma:

—No, solo me equivoqué.

—Estrella, esta es la segunda vez que me confundes con otra persona —dijo Daniel con voz gélida, dejando entrever cierto descontento.

Los ojos de Estrella parpadearon levemente.

La primera vez que vio a Daniel fue hace tres años en la residencia de los Quiroz. Había ido a buscar a Juan cuando vio a un hombre joven de espaldas en el jardín. Su figura se parecía mucho a la de Juan, e incluso llevaba el conjunto blanco de estar por casa que a Juan le gustaba usar.

De repente se le ocurrió gastarle una broma a Juan. Se acercó sigilosamente, se puso de puntillas detrás de él y le cubrió los ojos con las manos.

—Juan, ¿adivina quién soy? —preguntó con una sonrisa radiante y voz juguetona.

Pero la respuesta no fue la voz alegre de Juan, sino una voz fría como un manantial, aunque melodiosa.

—No soy Juan.

En ese momento se asustó tanto que retiró las manos rápidamente y retrocedió, tropezando accidentalmente con sus propios pies. Estuvo a punto de caer, pero unas manos fuertes la sujetaron y la atrajeron hacia él.

—Recuérdalo, me llamo Daniel —dijo la fría voz sobre su cabeza.

Ella levantó la mirada y vio un rostro extremadamente apuesto, y unos ojos más fríos de lo que jamás había visto.

El famoso "Rey del Infierno" sin corazón de los Quiroz había sido objeto de su broma.

Estrella estaba aterrorizada y, después de ese encuentro, siempre trató de evitarlo.

Sus ojos parpadearon ligeramente, sorprendida de que Daniel aún recordara aquel incidente de confusión. Realmente era rencoroso, tal como decían los rumores.

—Lo siento, tío —se disculpó.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP