Estrella bajó la mirada al disculparse, con voz ligeramente temblorosa, sin atreverse a mirar al hombre a los ojos.
Daniel observó cómo sus manos apretaban nerviosamente la sábana. En el fondo de sus oscuros ojos apareció un leve destello de diversión mientras se inclinaba para mirarla de cerca.
—No me gusta que la gente mire hacia otro lado cuando me habla.
Los fríos dedos del hombre levantaron su barbilla, obligando a Estrella a encontrarse con su mirada.
Ante aquel rostro apuesto que se acercaba, Estrella se tensó completamente, mirándolo con inquietud.
—Yo... lo siento.
—¿Lo sientes por qué? —preguntó él.
Tenía unos ojos ligeramente rasgados hacia arriba, lo que le daba un aire aún más imponente. Un lunar en forma de lágrima bajo su ojo derecho contrarrestaba perfectamente su frialdad y distancia.
Sin duda, era verdaderamente cautivador.
Estrella tragó saliva, esforzándose por controlar sus emociones:
—Lo siento, tío. No volveré a confundirlo con nadie más.
—Recuerda tus palabras, o atente a las consecuencias.
Su voz profunda y helada resonó mientras sus ojos enigmáticos la observaban por un momento antes de enderezarse.
Estrella sintió la amenaza y su corazón se aceleró.
¿Tanto enojo solo por confundirlo con otra persona?
—¿Cómo te hiciste esa herida en el brazo? —preguntó con voz fría.
Las pestañas de Estrella temblaron ligeramente al recordar la humillación sufrida ayer en el hotel. Su nariz picó y sintió que las lágrimas amenazaban con salir. Se esforzó por controlar sus emociones y mantener la voz estable:
—Me caí por accidente.
Daniel notó cómo ella apretaba ligeramente los labios, aparentemente luchando por contener sus emociones, y su mirada se volvió más profunda.
—Tío, gracias por traerme al hospital. Le transferiré el costo de los gastos médicos. Sé que está muy ocupado y ya estoy bien, no necesita preocuparse por mí. Puede irse a atender sus asuntos.
Estrella habló con una sonrisa forzada en su rostro.
Daniel contempló aquella expresión que parecía más triste que una sonrisa, apretó los labios sin decir nada y salió de la habitación.
En cuanto se cerró la puerta, Estrella finalmente no pudo contener más sus emociones. Se encogió en la cama y comenzó a llorar en silencio.
Fuera de la habitación, Daniel observaba la escena a través del cristal de la puerta. Sus ojos negros se oscurecieron instantáneamente y tensó la mandíbula.
—Presidente...
—Investiga. Quiero saber qué le sucedió a Estrella anoche en el hotel —ordenó Daniel antes de que Miguel pudiera terminar.
Vaya, parecía que tampoco podrían celebrar la reunión de hoy.
Después de llorar un rato, Estrella tomó el teléfono de la mesa y vio los mensajes de Juan en WhatsApp.
"Estrella, he bebido, recuerda prepararme una sopa para la resaca."
"Estrella, ¿cómo te atreves a no responder mis mensajes? Incluso los berrinches tienen un límite. Si me llamas ahora para disculparte y vienes a mi casa a prepararme la sopa, perdonaré lo que hiciste hoy."
Al leer sus mensajes, Estrella solo sintió una mezcla de ridículo y tristeza.
Este era el hombre del que había estado enamorada todo este tiempo, alguien que, sin importar lo que pasara, siempre creía que ella era la culpable.
Quitó el pin de Juan en WhatsApp sin responder a sus mensajes y en cambio llamó a su mejor amiga, Giana Morales.
—Giana, estoy en el hospital. ¿Podrías venir a recogerme?
Una hora después.
Sentada en el coche de Giana, Estrella escuchaba a su amiga maldecir sin parar.
—¡Maldito sea Juan, ese desgraciado! ¿Cómo se atreve a tratarte así? Estrella, si no terminas con él de una vez, te llevaré a que te cambien los ojos.
Giana hablaba furiosa, con un tono que denotaba su frustración.
¡Hacía tiempo que no soportaba a Juan!
Estrella, con la cabeza gacha, observaba la publicación de Diana en su teléfono.
El contenido más reciente mostraba una foto de su mano con un anillo de diamantes y otra de ella besándose con un hombre.