Hay 3 novelas aquí. 1. Enamorada del padre de mi mejor amiga. (Alexander Ferrari y Tanya Halls) 2. Lazos inesperados (Paul Kontos y Eletta Ferrari). 3. Justicia equivocada (Payton Kontos y Beatriz Harrison) Enamorada del padre de mi mejor amiga sinopsis Alexander Ferrari Aeton, se casó muy joven, ama a su esposa y a su hija, para él ella es la mujer perfecta, pero esa burbuja de felicidad que cree tener explota cuando su esposa sufre un accidente donde pierde la vida, en medio de su desolación y despecho, al dia siguiente de la muerte de su esposa, termina enredado con Tanya Hall la mejor amiga de su hija, sin embargo, al amanecer la echa porque se da cuenta del error que cometió, al involucrarse con una jovencita inexperimentada, y como si fuera poco descubre que el accidente fue provocado y su primera sospechosa es la obsesionada chica.
Ler mais—¡No puedes irte! Eres una niña —sentenció su padre visiblemente afectado.
Tanya siempre había sido la más tranquila de las gemelas, la más obediente, la más centrada y ahora no entendían porque ese cambio tan drástico en ella, que si no las conocieran bien, pensarían que Leandra había tomado su lugar.—Soy una mujer, siempre he sido responsable, no quiero seguir bajo el ala de ustedes como un pichón recién nacido, quiero volar… conocer mundo, equivocarme ¿Por qué te cuesta aceptarlo? —inquirió la chica con firmeza.—Puedes volar en la misma ciudad, cruzando la tierrita, hasta a México te puedes ir, ¡Pero no! A ti te da por experimentar cruzando el Atlántico —dijo Levi, su padre sin poder contener su nerviosismo.Su madre respiró profundo, aunque le dolía la decisión de su hija, no podía hacer nada, había crecido, tenía que desplegar sus alas, y no podía detenerla. Tanya la observó y se dio cuenta por la expresión en su cara que la apoyaría en esa decisión y así fue.—¡Déjala Levi! Los hijos no son nuestros, son de la vida. Solo espero que sepas comportarte, te dimos todas las herramientas, te educamos, te enseñamos valores, ahora tú verás si vives de acuerdo a eso —y con un nudo en la garganta tomó la decisión más difícil de su vida.Tres días después, allí estaba la familia despidiendo a Tanya.—Quién lo iba a creer, se suponía que yo era el vendaval, pero resultó que la más tranquila fue la que tomó esa decisión. Espero que estés bien hermanita y no olvides que te amo —fueron las palabras de su gemela, antes de abrazarla.A pesar de su decisión no pudo contener el nudo en su garganta, le daba cierto temor empezar tan lejos, pero ella necesitaba salir de la protección y dominio de los Hall, en Estados Unidos eso sería imposible, pero en Italia no, porque allá ella era una desconocida, una persona común y corriente.Tres años después.“Así quedamos, es cuestión de horas para que lo hagamos”, se escuchó al otro lado de la línea.—Perfecto, espero que te hagas cargo… te haré llegar el pago tal como acordamos una vez que cumplas tu parte del trato —la mujer sonrió con malicia, por fin esperaba poder cumplir con sus más anhelados deseos, no en vano había esperado tanto.Fuera Alexander llegó y bajó del auto con una amplia sonrisa, estaba ansioso por darle a su esposa su regalo de cumpleaños, quería ver esa expresión de sorpresa cuando se diera cuenta que le iba a dar un auto igual al suyo, el que tanto había deseado.—Amor, ¿Dónde estás? Te tengo una sorpresa —comenzó a decir apenas entró, buscando a su esposa.Se detuvo cuando en la sala encontró a su hija Eletta con su mejor amiga Tanya. Quien al verlo se levantó con el rostro teñido por el leve color carmesí.—Señor Alexander —dijo la chica nerviosa.—Hola Tanya, ¿Tan temprano en mi casa? —dijo con seriedad y fue su hija quien interrumpió el intercambió y corrió hacia él.—¡Papá! —lo reprendió, pero luego cambió de actitud— ¡Qué alegría verte! ¿Cómo te fue? —sin esperar respuesta se inclinó y susurró en voz baja solo para que él escuchara—, no seas odioso con mi amiga.—Es que tu amiga me mira como si fuera un jugoso bistec para un perro —gruñó molesto en voz baja.—¡Quien te manda a ser tan guapo! Además, es solo una ilusión de una jovencita, ella sabes que estás casado con mamá y sería incapaz de ir más allá de unas miradas… sé amable con ella —le dijo la jovencita y él asintió.Y como su princesa mayor conseguía de él todo lo que quería, cambió de actitud hacia la chica.—Disculpa Tanya, era solo una broma. Me alegro de verte —dijo Alexander, su rostro se relajó y le ofreció una sonrisa amable, mientras extendía la mano.Tanya levantó la de ella, mientras trataba de contener el temblor en todo su cuerpo y sobre todo en su voz.—Ah, no hay problema, señor Alexander —respondió Tanya, intentando que su voz no temblara.Realmente era guapo, con su cabello oscuro peinado de forma despreocupada y sus ojos azules brillantes, ella sintió como una especie de corriente eléctrica recorrerla y los latidos acelerados de su corazón.Se quedó con la mano de él más tiempo de lo necesario, y otra vez la actitud molesta de Alexander se dejpo ver.—¿Será posible que me entregues mi mano? —inquirió odioso y ella la liberó apenada.—¡Oh lo siento! Disculpe, no fue mi intención.Él ignoró sus palabras y giró hacia su hija.—Bueno, ¿dónde está tu madre? Tengo algo para ella —Eletta se encogió de hombros.—Creo que está en el despacho, sabes que ese es su lugar preferido… nunca sale de allí —cuestionó.—No critiques a tu madre, sabes que le gusta mucho trabajar y con esas palabras se alejó de ellas.Tanya se quedó viendo al padre de su amiga alejarse, mientras trataba de controlar su alocado corazón, cuando se hubo marchado, suspiró profundo y se dejó caer de nuevo en el sofá.—Si yo fuera tu madre no lo dejaría salir ni a la esquina… vas a decir que estoy loca Eletta, pero es que te juro que hasta sería capaz de matar por tu papá —pronunció la chica distraída.Tanya no se dio cuenta que su amiga se quedó viéndola como si le hubiesen salido dos cabezas, hasta que ella le preguntó.—¿Estás hablando en serio? —preguntó Eletta y Tanya se dio cuenta de lo que había dicho.—¡Claro que no! Es solo un decir, aunque si es verdad que estoy enamorada de tu padre… aunque llegué tarde, porque los novios de mis amigas y los hombres casados son mujeres para mí y no volteo a verlo de nuevo.****Cuando Alexander iba a tocar la puerta su esposa salió.—Alexander ¡Llegaste! ¿Cuánto tiempo tienes aquí afuera? —preguntó con un deje de nerviosismo en su tono.—¿Qué pasa amor? Pareces como nerviosa, cualquiera diría que viste un fantasma.—¡Claro que no! Es solo que no te esperaba —dijo ella llevándose la mano a la nuca y masajeándola suavemente.—Ven que te traje una sorpresa —expresó Alexander, atrayéndola hacia él para abrazarla.Tomándola de la mano, la llevó al patio delantera de la casa donde la estaba esperando un auto idéntico al suyo con un gran lazo rojo.—Feliz cumpleaños mi amor —le dijo mientras Ludovica miraba de manera inexpresiva, pero segundos después, la cambió mientras la posaba en el gran lazo rojo que adornaba el auto.—Alexander... no puedo creerlo, ¿esto es para mí?— preguntó aparentemente sorprendida por el generoso regalo de su esposo.Alexander asintió y un atisbo de sonrisa alegre se dibujó en su rostro antes de contestar.—Por supuesto, mi amor. Todo lo mejor para la mujer más increíble del mundo —pronunció dándole un beso apasionado.Entretanto, por la ventana Tanya observaba a la pareja deseando ser ella la mujer que Alexander estuviera besando, haría y daría cualquier cosa por serlo.«El amor prohibido es el más dulce». Oscar Wilde.Los días fueron pasando, y las cosas poco a poco se pusieron en su lugar, hasta las que no se imaginaban. Las mujeres que obligaron a escapar a Beatriz de la cárcel, fueron atrapadas, pero días después, murieron en una pelea junto con las guardias que la habían lastimado.—Gracias a Dios que esas mujeres ya no son una amenaza para ti, desde que me dijiste que te había amenazado para que escaparas, y que te habían dicho que si las capturaban te harían daño, no tenía paz. Ahora si podré dormir tranquilo.Ella se quedó viéndolo pensativo.—¿Acaso tuviste algo que ver con la muerte de ellas? —interrogó con sospecha.Él la miró con sorpresa.—¿Es en serio? ¿Me crees un criminal? —ella lo miró con intensidad y él la miró avergonzado —, bueno, no lo soy… aunque debo confesarte que estaba haciendo planes para acabar con todas ellas, pero al parecer el destino se me adelantó —dijo con un deje de misterio en su expresión.—¿Seguro? —insistió.—Ya yo te dije esposa… aunque me imagino que vivir
Los tonos dorados del sol poniente se difuminaban en el horizonte, proyectando un cálido resplandor en el rostro de Beatriz mientras hundía los dedos de los pies en la suave y blanca arena, viviendo su idílica luna de miel.A su lado caminaba su esposo, cuya mano se encontraba con la de ella con facilidad y familiaridad, entrelazando sus dedos mientras paseaban por la orilla. El suave batir de las olas contra la playa ponía una relajante banda sonora a su tranquila ensoñación.—¿Estás bien mi amor? —preguntó él con una sonrisa.—Mejor que nunca, son tan feliz, ¿Qué más podría pedir? Un esposo que me complace en todo.—Siempre procuraré que seas la mujer más feliz del mundo —dijo Payton deteniéndose, tomándola por el mentón y besando con suavidad sus labios.—Gracias, yo sé que parecerá raro que te haya dicho para traer a Aquiles y a Laica para que lo cuidara mientras nosotras paseábamos, pero es que no podía imaginar a nuestro Aquiles lejos de nosotros… creo que ya duré mucho tiempo
El cielo nocturno era un lienzo salpicado de plata por las estrellas y la luna lejana, que se extendía resplandecientes sobre Payton y Beatriz como una bendición sobre su unión.El suave movimiento de las hojas del jardín susurraban secretos, mientras los dos cuerpos yacían entrelazados sobre el lecho improvisado sobre la hierba bañada por el rocío.El corazón de Payton latía en su pecho, a un ritmo que parecía resonar con el pulso de la propia tierra.Contempló el brillo celestial en los ojos de Beatriz, espejos que reflejaban todo el amor que sentían, acarició con suavidad, el pelo que le caía como un delicado manto en el lecho.Él se inclinó hacia su esposa y sus labios se encontraron con los de ella en un beso lleno de promesas eternas, tierno y lleno de reverencia por la vida que estaban forjando juntos.—Te adoro, mi amor, más de lo que las palabras puedan expresar —murmuró Payton contra su piel, su voz como una suave caricia que se correspondía con la ternura de su tacto.Las m
Al llegar a la recepción, la música comenzó a sonar, acogiendo a los recién casados con una melodía dulce y festiva. Payton tomó la mano de Beatriz y la llevó al centro de la pista de baile, sin pérdida de tiempo.Su primer baile como marido y mujer fue mágico; se movieron como si flotaran, sus cuerpos en perfecta sintonía con la música y el amor que sentían el uno por el otro.Después de su primer baile, Payton levantó al pequeño Aquiles, su hijo de un año, y los tres comenzaron a bailar juntos. El pequeño reía y aplaudía, contagiando de alegría a todos los presentes. La imagen de los tres, bailando bajo las luces y los aplausos, era la viva estampa de la felicidad.La música cambió y los invitados comenzaron a unirse a la pista de baile. Beatriz se separó momentáneamente de Payton para bailar con sus hermanos, que la rodearon con risas y bromas. Luego, Alexis, con su sonrisa contagiosa, la sacó a bailar, recordándole historias de la infancia de su sobrino.Finalmente, Paul, se acerc
El sol brillaba a través de las vidrieras, proyectando un caleidoscopio de colores sobre el antiguo suelo de piedra de la catedral. Beatriz estaba llegando con el corazón golpeteando con fuerza de emoción contra su pecho. Sujetó un ramo de flores silvestres, contra la seda blanca de su vestido ajustado en la parte superior, pero suelto a la altura de la falda, para no estrechar su abultado vientre.Comenzó a caminar de la mano de su padre, con una sonrisa capaz de iluminar el día, en el altar la esperaba Payton, sin perderse un detalle de la mujer que amaba. Sus cabellos dorados, caía en cascada en suaves ondas, encarnando la pureza y la alegría del día, haciendo saltar a su corazón de la emoción.Su recorrido por el pasillo, era una delicada danza entre el nerviosismo y la euforia. Beatriz pudo ver en los ojos de Payton el reflejo de sus propios sueños, las promesas silenciosas que se habían susurrado el uno al otro y que ahora estaban a punto de declararse ante el mundo. La sonris
Los preparativos de la boda pronto empezaron, Payton quería que se casaran lo más pronto posible y ella estaba de acuerdo, pero antes, Beatriz tenía una cita con el médico, y los cinco hombres de su vida querían ir a la consulta.—No creo que la doctora acepte a tantas personas en su consultorio, no quiero abrumarla y que termine echándonos —señaló ella con preocupación.—No creo que se oponga, además, tú tienes cuatro papás más tu esposo —dijo su hermano Callup abrazándola y besando su frente.Al final ella les permitió ir. Eran los cinco más Beatriz. Horas después entraron al consultorio, la doctora los miró con sorpresa.—Lo siento, doctora —se disculpó ella sintiéndose avergonzada—, no pude evitar que todos vinieran. Los cinco pares de ojos expectantes se posaron sobre la doctora. Su expresión inicial de sorpresa dio paso rápidamente a una risa cálida que llenó la sala.—¡Vaya todo un comité de acompañamiento! —exclamó la doctora, sus ojos brillando con diversión. —Ahora a lo que
Último capítulo