Tal vez.....
Se mordió la mejilla por dentro. Estaba decidiendo si mentir o decir la verdad. Pero al mirar a Dante, vio en sus ojos algo que le arrancó el aliento: tristeza. Una tristeza tan honda, tan rota, que casi la hizo retroceder.
—No tengo por qué responder eso. Es algo privado—dijo, intentando mantenerse firme, y comenzó a caminar hacia la salida.
Pero Dante no la dejó ir. Dio un paso rápido y se colocó frente a ella, deteniéndola.
—Isabella, solo responde la pregunta.
—No tengo que responder algo que ya es evidente.
—No… —susurró, como si necesitara aferrarse a la mentira. —No creo que te hayas acostado…
—Sí. Sí lo hice, Dante.
Dante la miró como si acabara de ver como su mundo se deshacía frente a él.
—No fuiste capaz de hacerme eso…—murmuró, la voz apenas un hilo.
—Dante… tú y yo no somos nada. Yo soy una mujer casada. —Le mostró el anillo como si eso bastara para zanjar todo.—Y sabes bien lo que pasa después de una boda.
—Pero tú no lo amas. No amas a mi tío, Isabella. ¿Cómo pudiste… c