Alexander Blackwood regresó a Blackwood & Associates (B&A) y lo hizo como un depredador que reclama su territorio. Su primera orden ejecutiva fue una maniobra agresiva de venta de activos para tapar la brecha de riesgo que su ausencia había creado. Camila Ríos, ahora oficialmente su "Asistente Ejecutiva Personal de Bienestar", manejó la logística de la carnicería corporativa con una frialdad impecable.
La dualidad de su nueva vida se formalizó en el ático de Alex: el "Acuerdo de Pertenencia y Sanación" estaba listo para ser firmado, estableciendo las cláusulas ilegales y la dinámica de amo/sumisa que coexistiría con sus roles de CEO/Asistente. Camila se debatió entre la ética profesional y el magnetismo del hombre al que se había comprometido a sanar (y complacer).
El piso 48 de Brickell Avenue olía a poder destilado y acero inoxidable. La luz de Miami rebotaba en las paredes de cristal blindado de la sala de juntas, donde el CEO Alexander Blackwood dirigía la mañana más brutal que Bl