El aire dentro del municipio se volvía más pesado, cada palabra que se decía agregaba un nuevo peso sobre la atmósfera cargada de tensión.
Asteria sintió su respiración volverse más pausada, pero no más tranquila.
Evender cruzó los brazos, su mirada fija en la funcionaria mientras procesaba cada detalle de la conversación.
Lysander no soltó la mano de Asteria, su pulgar trazando un círculo sobre su piel en un gesto automático de estabilidad.
La mujer tras el mostrador los observó un momento antes de asentir levemente.
—Voy por lo que piden —dijo con tono medido—, pero primero necesito confirmar sus identidades.
Asteria frunció el ceño.
—¿Mis identidades?
La mujer ajustó sus lentes con calma.
—Por lo menos la suya. La que dice ser su hija.
Evender inclinó ligeramente la cabeza, su expresión marcando una cautela evidente.
—¿Por qué?
La mujer apoyó ambas manos sobre el mostrador con calma.
—Porque en el pasado ya se cometió el error de hacerlo.
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