La luz tenue de la mañana se filtraba por la ventana, bañando la habitación con un resplandor suave.
Asteria se movió ligeramente, sintiendo el calor familiar a su lado, el peso de un brazo que la rodeaba con firmeza.
Lysander dormía aún, su respiración pausada, su rostro relajado, su cuerpo enredado con el suyo bajo las sábanas.
Por un momento, Asteria solo permaneció ahí, sintiendo la seguridad de su presencia, el alivio de estar realmente juntas después de todo lo que pasó.
Pero entonces, un sonido la sacó de sus pensamientos.
Un ladrido bajo, un movimiento en el suelo.
Asteria entrecerró los ojos, girando la cabeza hacia la esquina de la habitación.
Ahí estaba.
El cachorro.
Sentado, mirándolas con una expresión que parecía reclamarles su olvido.
Asteria exhaló, su cuerpo relajándose más contra Lysander mientras una sonrisa leve se asomaba en sus labios.
—Nos olvidamos de él —murmuró.
Lysander se movió apenas, su respiración cambiando de ritmo, p