Lysandra seguía sosteniendo el documento con fuerza, su pulso acelerado, su mente procesando lo que acababa de descubrir.
Evender la observó, notando la rigidez de su cuerpo, la ira aún latente en su expresión.
—Guárdalo —dijo con voz baja, pero firme—. Luego hablaremos con Asteria.
Lysandra exhaló con dificultad, pero dobló el papel con movimientos tensos antes de guardarlo en su chaqueta.
Evender miró de reojo hacia la sala.
—Tenemos que salir de aquí ya.
Lysandra frunció el ceño.
—¿Crees que es una trampa?
Evender no respondió de inmediato, pero algo en su postura reflejaba la certeza de su pensamiento.
—Probablemente.
Lysandra apretó los labios, su respiración pesada.
—Entonces nos vamos todos.
Evender negó con la cabeza.
—Tú te vas con Asteria.
Lysandra se tensó.
—No.
Evender la miró con paciencia controlada.
—Tengo que quedarme para conocer a su padre. Asegurarme de que nada malo pase.
Lysandra negó otra vez, su expresión end