El ambiente dentro de la casa había cambiado. No de manera obvia, pero sí perceptible. Un nuevo peso flotaba en el aire, como un hilo invisible que mantenía a cada uno de ellos en una especie de alerta silenciosa.
Asteria terminó la llamada con un suspiro lento y controlado, pero al levantar la mirada, algo en su instinto le dijo que algo no estaba bien.
Evender cerró su teléfono casi al mismo tiempo, pero en lugar de relajarse, su atención se dirigió de inmediato hacia la detective y Eris.
El silencio entre ellas era distinto, denso, como si algo hubiera ocurrido en los pocos minutos en los que él y Asteria estuvieron distraídos.
Asteria entrecerró los ojos, analizando la expresión de Eris con más detalle. Sus hombros estaban un poco más tensos, su mirada tenía un destello de incomodidad que antes no estaba allí.
Su tono fue firme, sin rodeos.
—Dame tus datos para transferir el resto del dinero.
Eris tardó un segundo demasiado largo en reaccionar.
Finalmente, extendió