El amanecer filtraba sus primeros tonos pálidos por las ventanas de la cabaña, cubriendo cada superficie con una luz fría y tenue.
Asteria se incorporó lentamente, su cuerpo aún sintiendo el peso del cansancio de la noche anterior.
La conversación con Nadia, la llegada al refugio, el beso en la frente.
Demasiadas emociones acumuladas en unas pocas horas.
Se pasó una mano por el rostro antes de mirar a su alrededor. La cabaña estaba en silencio, excepto por el leve murmullo de la naturaleza despertando afuera.
Asteria giró la cabeza y vio a la detective acomodando su chaqueta sobre el respaldo de una silla.
—¿Dormiste bien? —preguntó la detective con un tono tranquilo.
Asteria asintió, aunque la verdad era que su mente había seguido girando incluso con los ojos cerrados.
—Más o menos.
La detective le dedicó una mirada rápida antes de tomar su teléfono y revisarlo con atención.
—Evender está afuera. Dijo que estará pendiente de la información.
Asteria ex