Eris se recargó contra el marco de la puerta, su postura relajada, pero sus ojos brillaban con el conocimiento que estaba a punto de revelar.
—Hace seis años, Cadmus me buscó —dijo con calma, aunque su tono cargaba el peso de la historia—. Quería conocerme a mí y a su padre. Quería respuestas sobre el abandono, quería saber todo.
Asteria sintió un leve escalofrío recorriéndole la espalda. La sola idea de Cadmus persiguiendo una verdad enterrada hacía que el aire dentro de la habitación se sintiera más denso.
Eris entrecerró los ojos, cruzándose de brazos mientras continuaba.
—En ese momento, mi esposo y yo tuvimos contacto con alguien… un mafioso, muy hábil ocultándose.
La detective se inclinó levemente hacia adelante, su mirada afilada.
—¿Quién era?
Eris exhaló con una sonrisa de lado, como si disfrutara la intriga que estaba creando.
—Se hacía llamar King. Se autoproclamó rey para que la gente temiera su reinado.
El silencio en la habitación se volvió aún