El aire dentro del auto seguía siendo denso, la conversación flotando entre ellos con un peso imposible de ignorar.
Eris Drako no había cedido por completo.
Pero tampoco había rechazado la oferta.
Su voz resonó en el altavoz, firme pero sin la dureza de antes si no que con algo de resignación.
—Bien, serán ochenta mil pesos. Les mandaré la dirección de mi casa, o ya la tienen?
Evender deslizó una mirada rápida hacia Asteria y Lysander, calibrando la reacción de ambos antes de responder.
—No, no tenemos la dirección. mandala por mensaje
Lysander cruzó los brazos, sin apartar la vista del teléfono, aún atento a cada palabra.
Asteria sintió la presión en su pecho disminuir apenas, pero no relajó su postura. Porque esta conversación, aunque cerraba un acuerdo, no eliminaba la distancia. aún no eliminaba la incomodida que sentia
—Nos vemos mañana a las diez —continuó Eris, su tono medido—. Traigan el dinero y podré ayudarlos.
Evender exhaló con calma, su mirada a