—¿Ya llegamos? —preguntó Asteria, su voz arrastrada por el efecto del alcohol mientras jugueteaba con las orejas del cachorro.
—Sí, ya llegamos —respondió Lysandra, su tono bajo pero firme mientras salía del auto y rodeaba el vehículo para abrir la puerta del copiloto.
Asteria dejó que Lysandra la ayudara a salir, su cuerpo tambaleándose ligeramente mientras el aire fresco de la noche la envolvía. El cachorro saltó de sus brazos, moviendo la cola con entusiasmo mientras corría hacia la puerta del alojamiento.
Lysandra, con una mano firme en la cintura de Asteria, la guió hacia el interior, su expresión seria pero con un destello de preocupación en sus ojos.
El interior del lugar era cálido y acogedor, con una luz tenue que iluminaba las paredes de un tono dorado. Asteria dejó caer su abrigo sobre una silla, girándose hacia Lysandra con una sonrisa amplia y despreocupada.
—Hace calor aquí… —murmuró Asteria, su voz suave mientras daba un paso hacia la detective.
Lysandra la