08.
AURORA
Regreso a la manada con los niños, escuchando sus risas y parte de sus conversaciones mientras llevan sus cestas llenas de plantas y semillas. La sonrisa que he tratado de mantener comienza a doler por lo fingida que es, pero es todo lo que puedo hacer por ahora.
Ellos son mi pequeño grupo, uno que se quedará conmigo hasta que pasen a la siguiente etapa de entrenamiento, donde yo no soy bienvenida.
Este es mi rol en la manada: cuidar de los más pequeños y enseñarles lo esencial hasta que cumplan 11 años.
Me hace feliz tenerlos, ser parte de sus vidas, esperando que cuando crezcan no me desprecien como lo hacen sus padres.
Mis pasos vacilan al ver quién será el que los reciba; aquella sonrisa fingida duele aún más, haciendo que se esfume lentamente de mis labios.
Jackson está de pie frente a la casa de la manada, con los brazos cruzados detrás de la espalda y una sutil sonrisa mientras mira a los niños.
—Alfa— saludan todos, y yo solo inclino ligeramente la cabeza