AURORA
Kayne se había ido temprano, talvez antes del amanecer, la cama estaba fría cuando los primeros rayos de sol traspasaron las cortinas.
Pensé que me sentiría mal, horrible, que había cometido un enorme error al permitir todo lo que sucedió anoche con Kayne, pero no sentía nada de eso.
Si acaso era diferente, no me sentía tan débil, tan vulnerable, tan asustada. Me sentía más ligera, como si me hubiesen quitado una carga menos de encima.
Cahya no ha dicho nada, no es necesario que lo haga, está simplemente feliz, aceptando por completo el reclamo de su compañero.
Pero hay cosas que no evitan que mi mente divague, recuerde, retroceda.
Me levanto de la cama al escuchar unos toques suaves. Me quedo parada por un momento frente a la puerta, con la mano en la perilla sin saber si debería abrirla o no.
Reconozco quien está del otro lado y los recuerdos de hace dos años regresan, pero sinceramente, ya no estoy segura de que eso haya sido una cruel realidad o un truco de Andras pa