AURORAEl siguiente día llegó sin apuro, quieto, silencioso, con las nubes grises adornando el cielo y una humedad fría que empaña el cristal.A la distancia, se pueden ver los carros estacionados frente a la casa de la manada, todos esperando salir, ya que el viaje a la manada real se ha retrasado más de lo esperado.Me levanto, acomodando mi cabello sin mucha importancia. En el espejo veo el reflejo de mis ojos apagados, sin brillo, casi tan vacíos como yo, pero sé que pronto dejará de ser así.—¿Estás lista, Aury? Ya mamá y papá están abajo —dice Lessan entrando.—Sí, lo estoy.Él se acerca, posando sus manos sobre mis hombros. Nos vemos a través del espejo, sin palabras, sin nada más que eso; yo no necesito decir nada y él no necesita preguntar. Mis ojos rojos lo dicen todo.—Ánimo, Aury, no estás sola, yo estoy contigo y mamá… aunque no te hable mucho, se preocupa por ti.—Tú y yo sabemos la realidad, Lessan, no trates de esconder la verdad por hacerme sentir mejor.Salimos de al
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