La velada continuaba envuelta en un halo de elegancia y misterio. La subasta había sido todo un éxito y los asistentes comentaban emocionados las piezas adquiridas, entre risas, copas y música de fondo. Las luces del salón se atenuaron sutilmente, mientras en el centro del lugar se desplegaba un espacio amplio y perfectamente iluminado, dispuesto especialmente para la segunda parte de la noche.
Victoria, impecable y serena, se levantó de su asiento en primera fila. Caminó hasta el centro del escenario con paso firme y tomó el micrófono con naturalidad. Su voz, segura y encantadora, resonó en todo el lugar.
—Queridos invitados, muchas gracias por acompañarnos en esta noche tan especial —dijo, mientras los murmullos iban callando poco a poco—. Como ya saben, esta gala no solo tiene como fin recaudar fondos a través de la subasta, sino también celebrar la generosidad y el arte en todas sus formas. Y esta noche, una pareja tendrá el honor de abrir nuestro baile de beneficio. El aplauso de