Los asistentes tomaban asiento lentamente, guiados por la música instrumental que fluía suave desde una orquesta al fondo del salón. Los murmullos, las risas fingidas y el tintinear de copas creaban una atmósfera de aparente elegancia y tranquilidad. Pero en la primera fila, justo al centro del evento, la calma era apenas una máscara.
Victoria, se sentía plena. No dejaba de sonreír mientras acariciaba suavemente su copa y miraba a los dos con una dulzura en los ojos que solo mostraba cuando creía estar ganando. Para ella, esa noche era la culminación de años de espera.
—No puedo dejar de mirarlos —dijo de pronto, rompiendo el silencio entre los tres—. Me parece increíble… verlos así, tan cerca, después de todo lo que ha pasado.
La falsa Isabella giró un poco el rostro hacia Victoria, disimulando su incomodidad con una sonrisa.
—Sí… es un momento muy especial.
—Lo es —añadió el supuesto Marcos—. Aunque, para serle honesto… todavía es difícil de asimilar.
Victoria se rió suavemente.
—P