El aeropuerto estaba lleno de risas, abrazos y maletas rodando por el piso de mármol. Isabella, aún con el vestido de boda perfectamente doblado en una funda de viaje, caminaba junto a Marcos, su mano entrelazada con la suya, mientras Sofía y Victoria se despedían de ellos con sonrisas emocionadas.
—¡Cuídense mucho! —exclamó Victoria, abrazando a Isabella—. Que esta luna de miel sea tan maravillosa como ustedes lo merecen.
—Gracias, tía —respondió Isabella, con los ojos brillantes de emoción—. Prometemos disfrutarlo al máximo.
Sofía le dio un abrazo fuerte a Isabella y luego a Marcos.
—Diviértanse y recuérdense siempre por qué comenzaron esta historia juntos —dijo Sofía, sonriendo con complicidad—. Nos vemos a la vuelta.
Marcos sostuvo a Isabella cerca, respirando profundamente, disfrutando de la calidez de su recién estrenada esposa. Cada despedida, cada palabra de cariño de sus seres queridos, fortalecía la emoción que sentía en su pecho. Finalmente, cuando el momento de abordar lle